CUADRO 1

Son cerca de las 6 PM y aún hay rastros de la que fuera una tarde soleada. Sentada en una mesa está ella, sola frente a un taza de café ya vacía y con la mirada recorriendo el lugar como si esperara encontrar la mirada de alguien más.. y eso efectivamente es lo que hace: esperar a alguien. De repente suena su celular y la expresión de su rostro indica que conoce muy bien a quien la está llamando:

– Hola, ¿Qué ha pasado? – responde ella sin mediar mas saludo – ¡Hace media hora que te estoy esperando!

– Que pena contigo, – replica sin mayor asombro la voz al otro lado del teléfono-, estoy demorado porque se alargó una reunión en la que estaba, pero en media hora más salgo para allá. .. o lo dejamos para otro día.

– ¿Otro día? – se va alterando el tono de voz de ella – Podrias haber llamado antes, o enviado un mensaje, no había problema, pero llevo ya media hora  aqui sentada y podria haber hecho algo más.

– Ya te dije -continúa la voz impávida- que se me complicó la reunión, y si estas de mal genio pues mejor dejemos para otro día …

Y en ese tono continúa el diálogo y no es difícil suponer en que termina…

«No le importo, piensa ella, como no entiende«…. «Que geniecito, piensa él, solo le importa ella, como no entiende«.

CUADRO 2

Son las 5PM de un día cualquiera, la madre (o el padre) está en su oficina con trabajo «hasta el cuello». De repente suena el teléfono

– ¿Aló? – contestan sin mayor ánimo.
– Hola papi (mami)!!!  ¿ya vienes para la casa? – dice con entusiasmo una voz infantil al otro lado del teléfono.
– Uyy – contesta papá (mamá) – nene, perdóname, pero tengo mucho trabajo creo que tengo que quedarme hasta muy tarde.
– ¡¡Pero si me prometiste llegar temprano para ver esa película que compramos !! – se agrieta la voz del niño.
-Yo se mi amor – trata de explicar- pero se me complicó el trabajo.. si quieres lo dejamos para otro día.
– ¿Otro día? – se va quebrando el tono de voz del infante, casi hasta el llanto – tu me lo prometiste!!!! me lo prometiste!!!
– Ya te dije – se endurece la voz adulta -que se me complicó el trabajo, disculpame pero debo seguir, la vemos otro dia te lo prometo y no te pongas a llorar porque asi no voy a hablar …

Y así puede continuar el diálogo y no es difícil suponer en que termina…

«No me quiere, no le importo, piensa el niño, como no entiende»…. «Que geniecito el de este niño, piensa el (la) padre (la) madre, no le importa sino él, como no entiende».

Cuantas veces nos han incumplido, nos han plantado, nos han dejado esperando una llamada… ahh porque además tenemos unas frases divinas para eso: «ya te marco», «hablamos» «que pena, el tráfico», «estaba por marcarte precisamente en este momento»….

Y cuantas veces hemos incumplido, hemos plantado a alguien, hemos prometido devolver una llamada…

Hay para quienes este tipo de cosas no tiene trascendencia, pero ya vimos cómo las lecturas que se hacen de este tipo de situaciones no son las más posibilitantes. El incumplimiento de promesas, en cualquier dimensión, genera cierre de posibilidades y genera emociones nocivas. Pareciera en momentos que estamos en un mundo en donde el «importaculismo» sobre el impacto que estoy causando sobre la vida de los demás es cada vez más frecuente y el valor de nuestra palabra está en decadencia y lo peor es que se lo estamos transmitiendo a nuestros pequeños.

Cuándo incumplimos una promesa, y me detengo acá en algo. No necesito decir «yo te prometo» para hacerla. Desde el lenguaje, cuando se ofrece algo y otra parte la acepta, se configura una promesa. Entonces, cuando no cumplo con lo que he ofrecido, sugiero preguntarnos ¿con qué estoy comprometido realmente? ¿con mi palabra o con quedar bien?¿con mi palabra o con mi incapacidad para gestionar mi tiempo?

¿Como se observa una empresa desde el espacio de «Tu si me importas»?

Buscamos obtener de la vida lo mejor y somos mezquinos con lo que entregamos.. quiero amor, tranquilidad, prosperidad, pasarla bien… y ¿que estoy entregando para hacerme merecedor a eso? Nuevamente, miremos que estamos generando en nuestras vidas, sembramos infidelidad y queremos recoger lealtad; sembramos escasez y queremos tomar abundancia … nadie les va a garantizar esa cosecha, porque los árboles solo dan del fruto de su propia semilla..

¿Qué clase de semillas quieres seguir sembrando?, que tal incluir en la lista de pendientes lo que alguien decía: «No me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido».

TU ME IMPORTAS… Y MUCHO!!

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