Así, es. Tal cual lo leyó. «¿Quiere avanzar en la vida? Deshágase de sus ex». Aunque, por favor, no detenga la lectura aquí para salir corriendo a hacer una locura. Inicio por contarle que esta palabrita que tanto escozor nos causa en ocasiones «ex», es un prefijo que viene del latín y que quiere decir fuera, mas allá, o «la que fue y ha dejado de serlo», entre otros. Y se usa de manera coloquial para referirnos a una persona que ya no tiene nexo con nosotros o con un cargo. Por ejemplo ex-marido, ex-novia, ex-jefe… etc, etc.
Sin embargo, y aquí nos vamos a mover un poco más profundo, esta palabrita también nos ayudaría a ponerle un título a aquello que hemos alejado de nuestra vida por considerarlo nocivo, ineficiente, ineficaz, e incluso, tóxico. Porque es imposible dar un paso si una de nuestras piernas, por ejemplo, está encadenada al piso. En el momento que su extensión se acabe, también se termina nuestro espacio.
Así pues los «ex» a los que me refiero en este artículo son todos aquellos hábitos emocionales, físicos y de lenguaje (léase nuestras conversaciones, aquello que nos decimos de manera permanente o decimos a otros) que en algún momento logró dejar pero que ha recaído con la excusa de «se me escapó».
Se trata de decir un adiós definitivo, no un «de pronto más adelante». Si decidió cerrar el capítulo de pensamientos negativos, ¡ya lo decidió!, no se de el permiso de recaer porque «la cuarentena», «porque estoy solo/a«. Si decidió dejar el hábito de sentirse víctima de las circunstancias (traducción: «todo esto me pasa porque me lo merezco, porque el país, porque mi familia«) para tomar las riendas de su vida y a pesar de las circunstancias sacar la berraquera que tiene dentro para avanzar (se lo dice alguien que no solo ha quebrado financieramente, sino que ha estado en riesgo de salud), ¡hágalo!, no recaiga en ese «ex» del victimismo que es nocivo y solo lleva a mirar a los otros, a echar culpas, pero no a buscar soluciones y sacar lo mejor de si mismo.
Ahora bien, si además, de verdad hay un «ex» de carne y hueso, al que debe dejar atrás porque no le hizo bien ¡hágalo! En esta categoria no entran solo los ex-emocionales, sino también jefes, compañeros, amigos, empresas que no solo no lo han valorado sino que además pudieron causarle daño física o psicológicamente.
La influencia de los «ex» no positivos en nuestra vida es enorme, porque sin darnos cuenta nos atan a creencias limitantes y nos restan poder personal.
Y no se trata de olvidarlos, sino de superarlos.
¿Cómo se supera un «ex» nocivo?
Facilito:
- Reconociendo que soy más fuerte que ese hábito emocional, físico o de lenguaje que dejé atrás.
- Enfocándome en lo nuevo, en mis nuevos hábitos, en mis nuevos propositos y generando rutinas para mantenerme en ese foco.
- Aprendiendo nuevas maneras de relacionarme conmigo mismo, con mis metas y con los demás.
Decir adiós a veces duele, pero duele más continuar en situaciones que sabemos que no merecemos estar, incluyendo aquellas causadas por nuestras propias palabras («no soy capaz«, «no tengo salida»…).
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¿Cómo converso conmigo mismo?
Una conversación que nos ayuda a dejar atrás todo aquello que en realidad aporta a nuestra vida de manera positiva, es la que nos relaciona con nuestra autoestima. Les invito a ver un video que hice hace ya algún tiempo sobre el tema. Son cinco minutitos.
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