Carta abierta

Señora ministra María Victoria Angulo. Sé que me estoy adelantando unos días, pero hoy me levanté con esta carta rondando en mi cabeza. En primer lugar, quiero felicitarla por el logro que seguramente le representa para su vida personal y profesional el tomar las riendas de esta cartera la cual, a mi modo de ver, debería tener mayor relevancia que la que ha recibido históricamente, así que desde ya le deseo mucha sabiduría ante los grandes desafíos que impacientemente le están esperando.

Antes de ampliarle el sentido de esta misiva, quiero contarle que previamente hice un ejercicio personal de presentarle, mentalmente, porque lamentablemente no sé de su paradero,  mis excusas a mi profesor de Trigonometría por tomar como ejemplo su materia, lo recuerdo como un ser humano maravilloso y siempre he honrado a mis maestros de conocimientos y de vida, pero hoy, más de 30 años después de ser su alumna, y muy juiciosa, por cierto, debo confesar que nunca utilicé una fórmula trigonométrica o sus procesos, y  si lo hice no me dí cuenta, porque seguramente se le pasó por alto enseñarnos la utilidad práctica de ese conocimiento, a lo cual se suma que mi inclinación profesional siempre fue por el lado de las humanidades.

Y , he aquí, en esta última frase, uno de los motivos de esta carta. Es claro que quienes se inclinan por alguna rama matemática, podrían sorprenderse e incluso incomodarse con todo esto, de hecho, lo hizo un amigo ingeniero cuando le conté la idea de este texto ¡es obvio que esas materias si son útiles! ―me dijo―»claro que sí, eso no lo pongo en duda»―respondí―, y esto es más claro para quienes eligen ese camino, pero seamos honestos, el 80% de los estudiantes de secundaria en cualquier país, el mayor uso que le dan a los números serán las matemáticas básicas para sumar, multiplicar y dividir sus ingresos y sus gastos.

Pero mi punto va más allá. No pretendo hablar mal de la trigonometría, el cálculo u otras materias, ni más faltaba, además son impartidas por profesionales idóneos en esas áreas, a lo que me refiero es a que los alumnos terminan sin entender ¿para qué la aprenden? ¡Pasé trigo! Es un saludo al respiro de … ¡uff otra materia que no pierdo! Pero, más allá de eso, ninguno de esos chicos podría decir qué aprendizaje les deja los métodos, la lógica del pensamiento matemático para su vida ¿cómo llevar ésto a la resolución de un problema cotidiano de los que se van a encontrar a montones? Y esto se aplica para otras materias, porque en la mayoría de los casos no se enseña, habrá profesores con una visión tan poderosa de la vida y amor por lo que hacen que sí lo hacen y logran relacionar su cátedra con aprendizajes de vida ¡maravilloso!, pero el sistema mismo no lo impulsa, ni capacita a los docentes para hacerlo.

Señora ministra, tengo dos hijos adolescentes, he tenido que escuchar y en algún momento intervenir de intentos de suicidio entre sus compañeros, de depresiones adolescentes, de baja auto estima y sabe que, ninguna materia de las que pasaron con honores les ha servido para salir adelante y decir que hoy siguen en pie de lucha. ¿Sabe qué les sirvió? Aprender a quererse más, valorarse más, entender sus emociones, entender que no importa lo que otros digan de ellos, o ellos mismos, pueden salir adelante y aprender que deben hacerse cargo de su vida y sus decisiones. Dejar de culpar a los papás o al colegio y hacerse cargo. Eso no lo vieron en ninguna materia. No se necesitan mini talleres, cuatro horas no generan aprendizajes permanentes en nadie, ni jóvenes ni adultos, lo sé porque vivo inmersa en el mundo de la capacitación y formación empresarial y ese es el mayor error.

No se necesita una charla esporádica del área de orientación. ¡Se necesita más! ¿Qué hace falta para incluir en el pénsum materias permanentes como inteligencia emocional, proyecto de vida, comunicación para la vida, conversaciones? ¿Sabe cuántos conflictos se reducirían en el aula y en la vida si tuvieran, aunque sea nociones básicas de esos temas? ¿Sabe cuantos embarazos adolescentes se evitarían? ¡SI! Muchos más que haciendo propagandas de condones y píldoras. Imagínese el aprendizaje que habrá adquirido un chico si al final del año dice ¡Sí! ¡pasé proyecto de vida! Y puede agregar seguramente cosas como ¡“y ahora tengo más claro quién soy y qué quiero hacer!, no es asesoría vocacional, es aprendizaje del ser. Y esos chicos imagínese qué clase de ciudadanos serán, qué clase de estudiantes universitarios serán, qué clase de trabajadores serán, que clase de hijos, amigos y futuros padres y madres serán.

Siempre hemos dicho que los cambios más profundos tardan más tiempo. Sé que ya tendrá sobre la mesa muchos temas por solucionar y más prioritarios, pero si paralelamente se abordan estos otros estratégicos, en algún momento habrá un acercamiento entre todos quienes forman parte del sistema para avanzar. Lejos de siquiera proponer eliminar alguna materia, no es dejar de lado, es mejorar. Soy periodista, coach, formadora de coaches, he sido docente, facilitadora, escritora, conferencista… pero por sobre todo eso, soy madre, tía y un día seguramente abuela y estoy dispuesta a seguir trabajando en el ámbito que sea,  para que todos estos chiquitos tengan más herramientas para forjar la vida que quieran forjar.

Y si algo de acá le  resonó en su corazón y se alinea con sus objetivos, dejo abierta mi disposición para conversar más profundamente del tema.

Cordialmente, Sandra Mateus

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