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Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder verla cuando saliera de su encierro. Un día, en el capullo apareció un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas a la mariposa que luchaba y forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el que le pareció que se había atascado.

Entonces, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó un lado del agujero para que por fin la mariposa pudiera salir del capullo.

Sin embargo, al hacerlo, la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas. El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar el cuerpo que seguramente se reduciría.
Nada de esto sucedió y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas. Nunca pudo llegar a volar.

¿Moraleja? Hay varias interpretaciones. Una de ellas podría ser «no metas las narices donde no te han llamado porque le puedes errar» o «deja de pensar que si tu no lo haces no quedará bien hecho, los demás pueden solitos», o, y es con la que se me antoja quedarme: todo tiene una razón de ser en la vida, hasta los momentos más difíciles tienen un lugar dentro del orden universal.

La restricción de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa para salir por el diminuto agujero, es la forma en que la naturaleza utiliza para que ciertos fluidos del cuerpo de este insecto lleguen a sus alas, y así estos órganos puedan desarrollarse para cumplir con su función de apoyar su vuelo magistral.

Al privar a la mariposa de la lucha, también la privó de su salud. La libertad de volar solamente llega cuando ella logra vencer lo que la aprisiona, lo que no le permite ver su verdadera esencia. Cuidado, no es un llamado a no ayudar a quién vemos que nos necesita, o creemos que nos necesita, es un llamado a darle un significado a nuestras propias luchas y a procurar que el otro también se lo dé a las suyas.

No son pocas las conversaciones que de seguro sostenemos a menudo con amigos, personas cercanas a nuestras vidas, que están atravesando por momentos difíciles, nosotros mismos podemos estar en una de esas situaciones que nos presionan a replantear la forma en que estamos llevando nuestras vidas y es aquí donde en la búsqueda de respuestas es importante que nos aseguremos de hacer la pregunta correcta.

«Si tenía una deuda de mi otra vida, me la están cobrando con intereses»; ¿cuanto tiempo más?, ¿ya llegué al fondo?»¿por qué a mí si no soy mala persona?», ¿por qué está pasando estó?, ¿por qué?… ¿no se te hacen conocidas estas expresiones?

¿Por qué?

¿Será esa la pregunta adecuada?, que tal remplazarla con otra: ¿para qué?. Cuál es el sentido de esta experiencia que estoy viviendo. Qué mensaje me está queriendo dar la vida con esto que está pasando.

Cada día me convenzo más de que todo lo que vivimos lo hemos generado nosotros mismos, somos los únicos responsables de nuestras vidas y en ese orden, las llamadas «crisis», no son más que alarmas que rompen el silencio en el que hemos querido estar frente a algo que no marcha bien pero por comodidad estamos actuando como los monos de la trilogia: sordos, mudos y ciegos, a tal punto que solo hasta que vivimos una situación extrema, reaccionamos. Esto en todos los ámbitos, empresariales y personales.

Nunca recibimos mas de lo que podemos soportar y a través de nuestros esfuerzos y caídas, somos fortalecidos, así como el oro es refinado con el fuego. Hay una razón por la cual estás en este mundo. Hay una razón para los momentos felices y hay otra para los que no lo son. Incluso nuestras sociedades, pero como puedo cambiar yo un país, una ciudad, si no empiezo por un cambio personal. Esto es tema que tiene muchas aristas…

Vivimos en tiempos complejos, en continuas crisis, así que en momentos de dificultad me adhiero a lo que dijo hace ya algunos añitos el señor Albert Einstein:

«La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura.Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar «superado»…

Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones…

Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.

Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla»

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