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¿Cuántas oportunidades se han perdido bajo los efectos de tres palabras:

“no-soy-capaz”?*

 

Pues bien, por aquí vamos entrando a esta zona oscura en donde desconocemos nuestra valía ―autoestima―, y damos un paso seguro hacia el cultivo de estados de ánimo como la resignación que nos lleva a tener conversaciones como “no importa lo que haga, todo seguirá igual” o la frustración en donde hay conversaciones con el enojo como ingrediente adicional. Uno de los caminos que nos traen a esta zona arranca en esos “tú no puedes” o “no sirves para eso”, que nos podrían haber dicho padres, profesores u otras personas cercanas en nuestros primeros años. Esas palabras nunca quedaron en el aire. Al contrario, se instalaron con el ropaje de creencias o pensamientos profundos que rigen nuestras decisiones aún sin darnos cuenta y conforman el programa mental que guía nuestras acciones y condiciona resultados. Hay creencias que nos impulsan y otras que nos detienen. A estas últimas las llamamos limitantes.

Te cuento una historia que seguramente habrás oído antes. Un niño vio un elefante del circo después de la función. Estaba encadenado a una pequeña estaca clavada en el suelo. Se asombró porque no podía entender cómo un animal tan enorme no fuera capaz de liberarse, y de hecho no hiciera el más mínimo esfuerzo. Decidió entonces preguntarle al hombre del circo quién le respondió: “es muy simple, desde pequeño ha estado amarrado a una estaca como esa, pero como era muy chico no tenía la suficiente fuerza para liberarse por más que intentara, así que un día simplemente dejó de probar y se rindió”

¿Cuántas veces convertimos dificultades temporales en barreras permanentes?

En esta zona estamos hablando de conversaciones con nuestra actitud frente a las situaciones y las dificultades y si estamos instalados en este espacio, es muy probable que estemos como el soldado que se da por vencido antes de luchar. ¡Bajamos los brazos! En esta zona nos pesa el cuerpo, las ganas, el alma. Decimos “no puedo más” cuando aún estamos vivos y con un sendero por delante que nos llama a gritos.

¿Cómo cambiar las conversaciones en esta zona?

No podemos modificar lo que no conocemos. Por eso, el primer paso es identificar no solo nuestros recursos personales (fortalezas, habilidades), sino también las creencias que hemos adoptado y nos han impedido tener la auto-confianza necesaria para cambiar este diálogo interno de “no soy capaz” por “¡claro que puedo!”.  Son útiles para lograr lo anterior preguntas como ¿cuáles creencias hay detrás de esto que me sucede? ¿qué patrón puedo identificar en mis resultados en… (el área o situación que se esté trabajando) ?, ¿Qué ha significado esto para mí?, ¿qué me ha costado esta creencia? y ¿a qué me resisto?

Una vez identificada la conversación recurrente el paso siguiente es abrirle la puerta a una nueva creencia. ¿Qué pensamientos quiero tener frente a esta situación? ¿qué de lo que me he dicho de mí quiero cambiar? ¿en qué decido creer a la hora de abordar una situación en donde pueda aparecer la anterior creencia?  El cambio no será de un día para otro, pues nuestras creencias las hemos cultivado por años. Así que una recomendación es escribir las respuestas que van surgiendo de preguntas como las anteriores y leerlas dos o tres veces al día con la emoción adecuada, desde la tranquilidad y la esperanza, creando una imagen clara de lo que seremos capaces con esta nueva creencia.

¿Cómo salir de estados de resignación y frustración? Una vez dados los pasos anteriores y rediseñado creencias es tiempo de construir nuevos diálogos que resignifiquen nuestros recursos personales ¿qué posibilidades veo ahora? ¿a qué me quiero desafiar?  

Entre más rápido abordemos estas conversaciones más pronto comenzaremos a ver cambios en nuestros resultados. Así que dejo otra pregunta que nos acerca a la puerta de salida: ¿Qué me falta por hacer, por explorar, por arriesgarme?

Alzar la cabeza, enderezar la espalda y mirar hacia adelante, aunque sintamos que el mundo nos pesa en los hombros, es la forma en que desde nuestro cuerpo podemos conversar para entender que si llegamos a esta zona lo hicimos en un momento de cansancio, pero que una vez recargadas energías es hora de continuar en el camino.

*Primera zona oscura del libro «Como salir de tus zonas oscuras, conversaciones para cada una»

 

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