¿Qué pasa cuando te das cuenta que cada día inicias sin ganas y empiezas a afectar a tu equipo de trabajo, tus socios o quienes están contigo en un proyecto? ¿Cómo nos han marcado las conversaciones que hemos tenido o hemos evitado con nuestros talentos y con lo que realmente queremos en la vida? ¿Cómo ver posibilidad en aquello que a primera vista nos parece imposible?
Nunca sé qué va a salir de una de estas conversaciones que he venido publicando y continuaré haciéndolo. No voy con un cuestionario, solo con una pregunta inicial y con la disposición de dejar salir de mí la pregunta que surge de escuchar más allá de las palabras. Como lo hago en cada sesión de coaching, en cada taller, en cada intervención a un equipo. Y definitivamente lo que resulta es poderoso.
Y mi conversación de esta semana no es la excepción. Aunque cuando arrancamos a primera vista pareciera que arrancamos mal: ¿Quién es Tomas Rueda?, – hice mi pregunta inicial – “No puedes empezar una entrevista con una pregunta tan profunda, no te la voy a responder, no puedo ser objetivo conmigo mismo”… si hubiera estado en mi época periodística (muchos años atrás claro) me hubiera sentido como principiante, pero como mi observador cambió, me sentí feliz con esa respuesta, debo confesar que me la gocé. Me gocé ese NO, porque me desafió a conectar desde otro lugar y así lo hice… y lo que resultó fue un plato absolutamente rico en aprendizajes alrededor de las conversaciones con nuestros talentos, convicciones, valores y lealtad hacia quienes realmente somos y queremos, los cuales en conjunto revelan efectivamente nuestra esencia, la esencia de Tomas Rueda.
Ahora sí: ¿Quién es Tomas Rueda? En el ámbito profesional es uno de los chefs más innovadores y reconocidos en Colombia por ser pionero en el concepto de “Cocina de Mercado”. Co-creador de los restaurantes Donostia y Tábula en la zona de la Macarena de Bogotá, quien con sus platos propone reivindicar los sabores del campo.
Vivo y trato de vivir lo más cercano a mí, a mi corazón, a mis ideales, a mis gustos. Entiendo la vida como un proceso efímero, no me refiero a superficial sino volátil. Entendiendo esa rapidez de este paso por la vida, trato de aprovechar al máximo y me encantaría poder llegar al lecho de mi muerto satisfecho conmigo mismo. Tengo presente, sueño mucho ese momento.
Si lo vemos como un sueño, es algo que está lejano… allá… ¿Qué ves entre quien eres y haces hoy y lo que puede haber en ese momento?
Ojalá no muriera hoy porque tengo que hacer muchas cosas todavía.
¿Qué has hecho?
Todo ha sido aprendizaje y sigo en el proceso y seguro voy a llegar a ese lecho sin haberlo aprendido todo, pero no hay problema, cero rollo.
¿Qué posibilidades te ha abierto esa forma de relacionarte con la vida y el aprendizaje?
Autoconocimiento. Creo saber cada día un poquito más quién soy yo, sin poderte responder la primera pregunta, pero cada día estoy más cómodo.
¿En qué momento llegan a la vida de Tomás sus conversaciones con la cocina?
Es un regalo de la vida. Yo no quería la cocina, quería otras cosas, quería realizarme en otros aspectos musicales. Tampoco fue a regañadientes, fue de una forma amable, pero me costó mucho tiempo entender que la vida me había dado una herramienta para poderme conocer y conocer mi alrededor.
Fue muy mágico el momento que entendí que este oficio no era tan lejano a mí mismo, y empecé a entender la gastronomía desde otro lado.
Me fui temprano de casa y tenía que trabajar y en la época que yo empecé no habían escuelas de cocina, solo el SENA, así que entrar a una cocina no era difícil, lo único que necesitabas era querer hacerlo y le pagaban a uno y sin tener título, sin ser universitario. Me relacionaba con la mesa en casa, con mis abuelas, y mamá insistía en que yo sabía cocinar pero yo no le paraba bolas. Yo siempre pensé que me insistía más porque prefería ver a su hijo cocinero que como un Mick Jagger en un escenario de rock and roll.
Cuando hablaste de tu contacto con la cocina, mi mente me remitió a una frase de Paulo Coelho que habla de que “El instante mágico es aquel en el que un “sí” o un “no” cambian nuestra existencia”. ¿Cuál fue ese momento en que declaraste ese “sí” que cambió tu existencia?
Yo estaba muy cansado, llevaba mucho tiempo trabajando. Eso fue en el mundial de Sudáfrica. Yo me ubico por mundiales, 2009, 2010, renuncio a esto, veo que todo esto está tomando una dirección muy gerencial y poco poética, estoy empezando a sentir que el Titanic iba hacia al iceberg. Mis coequiperos no entienden mi lenguaje y yo estoy agotado de mucho trabajo, y empiezo a ver que cada día llego a trabajar sin ganas, yo solo vengo a hacer presencia y veo que esa actitud le estaba haciendo un daño enorme a la empresa que necesitaba un chef que jalara porque no estaba motivado, no sentía eco en lo que estaba diciendo.
Renuncié y quería darle una nueva oportunidad a la vida porque siempre lo he hecho. Entonces me fui, me tomé un año sabático, viajé por Colombia, por la India, en esa época ya me había encontrado con el yoga, y me estaba entusiasmando todos los procesos de autorreflexión y empecé a escribir y a encontrar que mi visión de vida, de mundo, toda esa rebeldía roquera, toda esa inconformidad juvenil, con la sociedad, las podía expresar a través del sartén. Empecé a darme cuenta que sí podía hacer una cocina cercana a la mía y que lo que pasaba era que venía haciendo una cocina de negocio y punto
¿Ese “darte cuenta” a qué te llevó?
A pensar que todo ese interés mío por el mundo rural, por el campesino, por el alimento, podía acercarlo y presentarlo. Y pensé que el comedor no era el comedor sino un espacio de conciencia, que podía mandar un poco de ideas a ese comedor y poner a pensar a la gente, no a todo el mundo, pero seguramente a unos sí, de cómo la cocina de mercado ha ido creciendo. Yo fui el pionero, puse primero “Donostia, cocina de mercado”, como una formula traída del norte de España la adapté a Colombia pero el resultado fue diferente, la misma fórmula en diferentes lugares los resultados son diferentes.
Después de hablar de cocina de mercado, empecé a hablar de reflexión de territorio y me di cuenta que era más potente que la cocina de mercado. Si yo me introduzco en mi territorio y yo quiero reflexionar acerca de él está bien hacerlo alrededor de ingredientes y recetario popular porque soy cocinero, pero falta la otra pata: al colombiano ¿cómo le gusta que lo atiendan?, ¿Cuál es la dinámica en el comedor?, ¿Qué espera?, ¿Qué protocolos de la mesa hemos adquirido de Europa y no son propios de nosotros? Yo no tomaba vino, tomé vino cuando fui a trabajar en España. Yo nunca vi a mi padre tomar vino, él tomaba aguardiente y cerveza y si le servían una cosa chiquita o ensalada, él era agrónomo, crecimos en el campo, él decía “denme algo que me haga bollo”…
¿Eso que escuchaste de tu padre, de tus propias reflexiones, a qué te lleva?
Empecé a reflexionar de eso, que hay una burdeza en nuestra mesa, pero en realidad no es lo burdo, es lo natural, es nuestra elegancia. En un comedor de mantel y de cristal me siento incómodo. Entonces,
“si yo me siento incómodo en este asiento para qué continúo sentado en él, más bien vaya y busque un asiento en el que se sienta cómodo”
Entonces empecé a reflexionar de todo esto y dije “yo vengo a hacer poesía”, volvamos al comedor, estemos con la gente, ingrediente, producto, reflexión, trabajo.
¿Qué ingrediente entonces se reveló como el faltante?
Amor, cariño.
¿Qué valores sostienen todo esto que has hecho con la cocina?
Autenticidad, no en el tono soberbio, sino más bien de estar tranquilo y con lo que uno es, sin ponerse maquillaje para aparentar otra cosa. Me voy a disfrutar tal como soy yo y voy a tratar de crecer desde ese núcleo, no desde los demás, en el mío.
¿Qué sientes que has querido dejar a quienes se han relacionado contigo a través de tus platos?
Traer lo mejor del campo, del mundo rural a nuestra ciudad, es como si estuviéramos cegados nosotros y ya lo niños no saben qué es una vaca, una gallina, se volvió tan distante ese mundo rural en el que yo crecí, que no me picaron las culebras de milagro. Respeto al campesino.
Cuando te pongo un plato en la mesa yo no te voy a decir que otro es malo y lo mío es bueno, no voy a hacer un juicio, pero te voy a poner elementos para la reflexión y la próxima vez que tú vayas a decidir qué vas a comer, te vas a acordar o pensar y decir: “un momento, usted hablaba de Paloquemado (plaza de mercado tradicional en Bogotá) ¿por qué no paro y me compro unas papas? Estoy en Paloquemado, chévere la plaza, hola doña Eugenia, esa cercanía, esa humanidad, esa colombianidad “le quedo debiendo 200 pesos”, cómase este bananito, le doy una ñapa. la vida es más amable, más querida”
Hablas de autencidad como tu valor esencial y efectivamente se refleja en lo que haces. Desde lo que observas día a día ¿crees que la comida de alguna manera nos relaciona con lo que somos, y que yo reflejo en mi comida y en cómo me relaciono con ella lo que soy?
Total y se debe uno relajar y hacer ese intento. Eso debe ser la mesa, una extensión de uno.
Un día en tu vida te diste cuenta que te levantabas sin ganas y empezaste a recorrer un camino… Hoy, cuando te levantas a la mañana ¿qué te dices, de qué te das cuenta?
Que estoy lleno de bendiciones, que la vida me ha tratado muy bien y tengo que ser justo para con ello y que si he sido tan consentido por la vida tengo que ser reflejo de eso. No puedo andar con malcriadeces porque sería injusto con la propia vida.
No podría dormir bien si me paro a decir “qué me hace falta, qué me hace falta, me toca hacer fila en el banco”… Eso es de un chino berrinchoso.
¿Hay alguna imposibilidad que con el tiempo viste que era posible?
Muchas cosas.
¿Si tomaras una de ellas, que hizo que vieras la posibilidad?
Ayuda interna y externa. Reconocer el problema o la situación y ser receptivo a la ayuda. La ayuda proviene de mí y de afuera y hay que ser receptivo a las dos.
¿Qué conexión lograste entre la música y la gastronomía?
Lo autónomo, lo auténtico, lo gozoso, lo libertino, lo agradecido, la entrega.
¿Si te volvieras a encontrar con ese Tomás de 16, 17 años que aún estaba en proceso de conectarse con lo que te llevó a ser quien eres hoy, qué le dirías?
Que estuviera más atento, más concentradito. Que viviera todas esas locuras, todo eso que pasó pero con visión.
Esto es lo que hago: Coaching y Entrenamientos de Liderazgo Conversacional (Comunicación efectiva)
Procesos de coaching personal (presencial en Bogotá o Vía Skype si vive fuera de esta ciudad); ejecutivo y/o equipo. Programas de entrenamiento en competencias conversacionales dirigidos a voceros de empresas, equipos de trabajo, ejecutivos, coordinadores, jefes de área, responsables de proyectos, líderes de equipos o comunidades.
¿Qué se logra con los procesos de coaching? Un proceso de coaching se compone de una serie de sesiones, en donde la persona trabaja en descubrir sus propios bloqueos, reinterpretar las historias que se ha venido contando y le han generado la realidad que quiere modificar, se compromete con los resultados que necesita tener para su vida personal o directiva, genera acciones y logra mayor efectividad.
¿Qué se logra con los entrenamientos en liderazgo conversacional? Entre otros resultados: mejorar la comunicación entre los equipos de trabajo o relaciones personales, a partir de una mayor asertividad en mis conversaciones; Mayor productividad basada en una más efectiva coordinación de acciones; Reducción y/o eliminación de pérdidas de tiempo a partir de la realización de pedidos efectivos.
Contacto para procesos y/o entrenamientos: coach@coachsandramateus.com / www.coachsandramateus.com
A través de Linkedin Sandra Mateus
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Este es un grupo que le da la bienvenida a quienes estén siempre inquietos por mejorar su calidad de vida, relaciones y resultados; quienes son líderes de equipos y quieran adquirir competencias para la comunicación efectiva; quienes quieran con sus conversaciones hacer de este, un mundo mejor, desde el rol que ocupan en la vida de quienes les rodean.
Las capacidades conversacionales son pre-requisito para alcanzar mayor efectividad en las interacciones con otras personas y con nosotros mismos. La mayoría de nosotros pensamos que por el solo hecho de tener la destreza física para hablar y escuchar, es suficiente y que con eso están dadas las condiciones para hacerlo y por lo tanto no habría nada que aprender y mejorar.
Pero muchos de los resultados que estamos obteniendo en nuestras acciones, están marcando una brecha en nuestras vidas personales y/o profesionales, donde gran parte de los problemas o de las oportunidades que generamos, de las satisfacciones y sufrimientos que nos invaden, son el resultado de la manera como estamos hablando y escuchando.
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