El 9 de septiembre de 2005, Fabiola Zuluaga, quien ha sido considerada como una de las mejores tenistas de la historia de Colombia, le decía adiós públicamente al deporte que la llevó al puesto 16 en el escalafón mundial de la WTA y le permitió a Colombia estar en dos oportunidades en los juegos olímpicos: “Hoy quiero decirle adiós al tenis profesional y saludar esa vida de persona normal que hasta ahora no me he dado la oportunidad de vivir”.
Hoy, a una semana de cumplirse 11 años de esa poderosa declaración pública, Fabiola aceptó generosamente conversar conmigo. ¿Qué nos pasa cuando nos sentimos derrotados? ¿Qué conversaciones nos llevan a quedarnos en lo que consideramos una derrota o a capitalizar nuestros logros?
Cuando nos lideramos a nosotros mismos o a nuestros equipos ¿Qué tan conscientes somos del poder de nuestras palabras? Un entrenador cambió con una frase la perspectiva de una niña sobre su propio futuro ¿Qué impacto pueden estar teniendo tus palabras en quienes te rodean?
Para los que me conocen, soy una tenista, duré casi 20 años en una carrera deportiva, 11 como profesional, empezó como un juego y terminó siendo mi trabajo. Pero personalmente me considero una persona sencilla, humilde, me gusta mucho el bajo perfil, no tengo ni redes sociales.
¿Esto qué te dices de quién eres, no lo que piensan los demás, qué te ha permitido hacer?
Por ese temperamento y tener los pies bien puestos en la tierra, logré bastante cosas de las que hice, gracias a esa personalidad logré sacar adelante muchos objetivos, pensaba siempre positivamente, semana a semana, en cada torneo pensaba en mejorar.
¿Qué creencias consideras que heredaste de tu familia?
Los valores y principios que me enseñaron en mi casa. Somos muy católicos, creyentes y practicantes. Esto me sirvió cuando me vine a vivir a Bogotá, una niña de 12 años sola, sin papás, vivía con una prima. Podía haber hecho cualquier locura porque no tenía nadie quien me vigilara, pero esos principios y valores que me inculcaron seguí siendo una niña sana y pude seguir por el camino que ellos pensaban era el bueno para mí y que yo también soñaba desde pequeña de ser profesional y ahora los aplico en mi hogar.
Si pudieras quedarte con solo tres de esos valores porque son los que más te han influido ¿cuáles serían?
El amor a Dios que incluye varias cosas, la honestidad y la disciplina y gracias a eso salí adelante porque la vida que llevaba era de mucha disciplina no solo para el deporte sino para otras cosas.
¿En qué momento te das cuenta que no solo que te gusta el tenis, sino que eres buena?
Tendría unos 9 o 10 años y un entrenador me ponía a ver los videos de Gabriela Sabatini y me decía que jugaba muy parecido a ella. Pero yo no le ponía atención. Pero cuando empecé a ir a torneos me di cuenta que me iba bien en todos los torneos, hasta que creí.
¿Qué aprendizaje te dejaron los dos olímpicos en los que estuviste?
Fue una experiencia inolvidable, porque el tenis es un deporte individual, uno no comparte mucho. En cambio en unos olímpicos 15.000 atletas juntos, compartir con otros deportes que ni siquiera sabía qué eran, el compartir con ellos me llenó mucho.
De pronto ese lado de compañerismo que no estaba acostumbrada a tener en el Tenis.
¿Qué te decías frente a las derrotas?
Pues obviamente primero sale uno muy aburrido y se pregunta ¿Sí será que sirvo para esto?, ¿será que lo estoy haciendo bien?, todos estos pensamientos pasan siempre, pero ya con el tiempo yo sabía que dejaba todo en el campo. Me decía: si dejo todo en el campo, si hice hasta lo último por ganar, no tengo nada que reprocharme, lo hacía cuando sabía que no había dado todo, que pensaba en tirar la toalla, ahí sí peleaba conmigo misma.
¿Hay miedo en el camino?
Sí, claro, sobretodo empezando, a veces hay miedos. En esa época por ejemplo si jugaba con la 50 del mundo me decía “uy no, si estoy en el puesto 500, a ella no le puedo ganar” y de inmediato me bloqueaba, ya dejaba de luchar. Pero hubo un momento después de mucho trabajo, de muchos entrenadores, de trabajo psicológico y especialmente hubo un entrenador que me dijo “si usted lucha y deja todo, para qué va a recriminarse algo” habrá cosas para mejorar.
Has mencionado en varias ocasiones a un entrenador en particular ¿Qué frase o consejo te marcó?
Sí, hubo un entrenador que me cambió el switch. Yo me acuerdo que en esa época estaba de moda Rentería (beisbolista) y me dijo “así como hoy en día toda la gente quiere comprar guantes y bates de béisbol para jugar, si seguimos bien, me haces caso, vamos paso a paso, vas a ver que un día todos van a querer jugar tenis y comprar raquetas”, eso me marcó. Y me dije ¿Por qué no?, le creí y ahí empecé a mejorar muchísimo.
Eso que te dijo ¿Qué sentido te hizo?
En parte un propósito pero lo más importante es porque me di cuenta que creía en mí. Me creó ese propósito “si el cree en mí, yo también debo hacerlo” y le hicimos y funcionó.
¿Frente a las victorias qué te decías?
Feliz porque daba todo de mí, pero yo siempre he sido muy calmada, a mí me molesta mucho un amigo de mi esposo porque me decía que cuando me entrevistaban cuando ganaba salía igual que cuando perdía y supuestamente yo estaba muy contenta. Para mí el tenis se me convirtió en un trabajo, sabía que tenía que seguir jugando y que el deporte es de resultados y que con ganar un solo partido no basta, había que seguir y seguir hasta donde más pudiera.
Timoty Gallwey, considerado por muchos el padre del coaching moderno, escribió “El Juego Interior del Tenis” (The Inner Game), en el cual sostiene que en cada actividad humana hay dos ámbitos de actuación: el yo externo y el yo interno ¿cómo consideras que se relacionaban estos dos “yo” en ti?
Al principio era mucho de la duda “sí será que soy capaz”, “podré llegar a ser una profesional” porque ese era mi sueño desde pequeña y a medida que pasaba el tiempo y la experiencia esas dudas y sustos los iba superando de a poco, los logré superar peleando con el yo negativo, quitándome esos pensamientos e imaginándome estar donde yo siempre soñaba estar, en los torneos grandes, ganándole a buenas jugadoras.
Te retiraste en el 2005 del tenis profesional. Han pasado 11 años. ¿Qué entrenamiento has incluido a partir de ese momento en tu vida?
De pronto a disfrutar un poco más lo que era una vida de persona “normal”. Disfrutaba mucho mi vida profesional, pero había momentos en los que no quería viajar. Empecé a disfrutar el estar en la casa, a no armar maletas toda la semana, el no tener que ir siempre a comer a restaurantes, a poder comer en la casa, y después ya el tener hijos, formarlos y disfrutarlos. Ese entrenamiento fue más dirigido a disfrutar los momentos que no pude vivir por el tenis y poniendo todos esos valores y principios en mi hogar.
Si ves hacia atrás, ¿Cuáles serían los principales SÍ que has dicho y que han cambiado tu vida?
En el momento de esas palabras del entrenador fue importante porque ahí hice un cambio, el haberme casado fue un momento mágico y el más de todos haber tenido a mis hijos.
Cuando decimos SÍ paralelamente renunciamos a algo, ¿cómo te relacionaste con esas renuncias que tuviste que ir haciendo en cada uno de esos SÍ?
En cuanto al tenis lo dejé atrás, para qué me iba a servir continuar pensando en lo que había pasado. Me sirvió mucho, pero ahí quedó. En el momento de casarme ya había decidido que me quedaba poco del tenis porque no me iba a casar para dejar a mi esposo solo y estuve un año más. Después con los niños, uno dice sí a la maternidad pero renuncia a muchas cosas, entonces yo era mama gallina, así que duraba hasta dos meses sin salir, esa transición fue dura, aunque sentía un amor inmenso por mis hijos, pero fue duro.
¿Qué de lo que tú has sido le estás transmitiendo a tus hijos?
Creo que lo más es la disciplina, la llevan muy fuerte, aparte de los valores.
Así como en su momento viste posible ser una jugadora profesional, ¿hoy, cual es esa posibilidad que marca tu vida?
Me veo como una buena mamá, un buen ejemplo. Estoy convencida que lo que ve uno en casa, hace después. Ver crecer a mis hijos y realizados en sus sueños.
¿Quién es tu entrenador hoy?
Dios. Él me habla, me guía y me acompaña.
Si te encontrarás con esa Fabiolita de 12 años ¿Qué le dirías?
Ya viéndome hoy como mamá y todo lo que pasé, la felicitaría porque yo como madre no sería capaz de dejar a mi hija irse a esa edad sola y ella se desprendió y no cayó en tantas tentaciones que se tiene a esa edad y en ese mundo que se vive. Le recomendaría un poco menos de pereza y más actitud en esa época.
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¿Qué se logra con los procesos de coaching? Un proceso de coaching se compone de una serie de sesiones, en donde la persona trabaja en descubrir sus propios bloqueos, reinterpretar las historias que se ha venido contando y le han generado la realidad que quiere modificar, se compromete con los resultados que necesita tener para su vida personal o directiva, genera acciones y logra mayor efectividad.
¿Qué se logra con los entrenamientos en liderazgo conversacional? Entre otros resultados: mejorar la comunicación entre los equipos de trabajo o relaciones personales, a partir de una mayor asertividad en mis conversaciones; Mayor productividad basada en una más efectiva coordinación de acciones; Reducción y/o eliminación de pérdidas de tiempo a partir de la realización de pedidos efectivos.
Contacto para procesos y/o entrenamientos: coach@coachsandramateus.com / www.coachsandramateus.com
A través de Linkedin Sandra Mateus
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Este es un grupo que le da la bienvenida a quienes estén siempre inquietos por mejorar su calidad de vida, relaciones y resultados; quienes son líderes de equipos y quieran adquirir competencias para la comunicación efectiva; quienes quieran con sus conversaciones hacer de este, un mundo mejor, desde el rol que ocupan en la vida de quienes les rodean.
Las capacidades conversacionales son pre-requisito para alcanzar mayor efectividad en las interacciones con otras personas y con nosotros mismos. La mayoría de nosotros pensamos que por el solo hecho de tener la destreza física para hablar y escuchar, es suficiente y que con eso están dadas las condiciones para hacerlo y por lo tanto no habría nada que aprender y mejorar.
Pero muchos de los resultados que estamos obteniendo en nuestras acciones, están marcando una brecha en nuestras vidas personales y/o profesionales, donde gran parte de los problemas o de las oportunidades que generamos, de las satisfacciones y sufrimientos que nos invaden, son el resultado de la manera como estamos hablando y escuchando.
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