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Sudoración, temblor, taquicardia, tensión muscular y respiración entrecortada son entre otros, algunos de los síntomas físicos que pueden llegar a sentir quienes a la hora de exponerse ante una audiencia que puede ser tan pequeña en número como tres o cuatro personas, hasta grupos de mayor tamaño.
Y no se crea que esto les pasa a pocos. Si hicieran un sondeo entre quienes les rodean, se sorprenderían de la cantidad de conocidos que les confesarían que sufre de este tipo de manifestaciones e incluso en niveles que llegan al bloqueo mental, pérdida de concentración o impacto en la auto estima.
Lo curioso es que esto no es directamente proporcional con el grado de sociabilidad que tenga el expositor. Hay quienes pueden ser muy abiertos, amigables, elocuentes en espacios de informalidad, pero al momento de pasar al frente en una situación más formal de exposición se transforman y su cuerpo reacciona con algunas de las características mencionadas inicialmente.
¿Qué nos pasa allí? Pueden pasar varias cosas: miedo a ser observado, miedo a las críticas, miedo a no tener respuestas a preguntas que puedan surgir, miedo a pensar que se pueden reír de su exposición, miedo a que las personas se aburran, que no se sepa manejar si aparecen conversaciones paralelas, en fin. Si lo notamos, hay una emoción común: el miedo.
Vamos por partes. Iniciemos por identificar que el miedo es una valiosísima señal que indica una desproporción entre la amenaza a lo que enfrentamos y los recursos con que contamos para resolverla. Sin embargo, nuestra confusión han convertido el miedo en una “emoción negativa” que debe ser eliminada.
Si esto es así, ¿Cuál es esa amenaza que percibo? Recientemente escuché de un master coach argentino, Daniel Rosales, una frase que da luces al respecto, “temor a ser juzgado”.
El ser juzgado. La amenaza es el juicio del otro, lo que piense el otro y por ende me focalizo en ello. Y es aquí cuando aparecen esas conversaciones internas como “¿y que van a decir? ¿Y si se me olvida todo, que van a pensar? Y empieza a asomarse algo más que subyace en el fondo de estos pensamientos: el control. Como no puedo controlar lo que le pasa al otro, entonces genero mecanismos que me apartan de ese lugar.
Y como no puedo controlar, por ahí puede aparecer también el enojo, porque pretendo que las cosas sean de una determinada manera y no lo logro.
¿Qué hacer? Es simple. Sí, es simple y aquí podemos ahorrar todo un curso de “Cómo perder el miedo a hablar en público”: suelto el querer controlar los juicios del otro y me enfoco en otro lugar.
Donde enfoques tus pensamientos allí estarán tus emociones, donde enfoques tus emociones allí estarán tus acciones y donde enfoques tus acciones allí estará tu corazón.
¿En dónde enfocar entonces nuestros pensamientos cuando por alguna razón vamos a dirigirnos a una audiencia?
La respuesta es: en el valor que quiero crear para ella. Es allí cuando mis conversaciones internas girarán en torno a preguntas como ¿Qué oferta quiero ser para estas personas? ¿Qué quiero que se lleven una vez yo hable? ¿Qué hay en mí que voy a dar genuinamente?
¿Se nota cómo cambian las preguntas que generan el temor? ¿Qué diferencia generaría la preparación de una presentación pública a partir de estas preguntas? Y a partir de allí si aplican muchas técnicas que nos ayudan en la forma: respiración pausada, mirar al auditorio, hacerlo participe, escuchar sus inquietudes, disfrutar el regalo que estoy dando.
¿Alguno se anima a hacer la prueba y compartirme cómo le fue?
Esto es lo que hago: Coaching y Comunicación efectiva
Procesos de coaching personal (presencial en Bogotá o Vía Skype si vive fuera de esta ciudad); ejecutivo y/o equipo. Consultoría y formación en comunicación efectiva y estratégica. Programas de entrenamiento en competencias conversacionales dirigidos a voceros de empresas, equipos de trabajo, ejecutivos, coordinadores, jefes de área, responsables de proyectos, líderes de equipos o comunidades.
Contacto para procesos y/o entrenamientos: coach@coachsandramateus.com / www.coachsandramateus.com
A través de Linkedin Sandra Mateus
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Este es un grupo que le da la bienvenida a quienes estén siempre inquietos por mejorar su calidad de vida, relaciones y resultados; quienes son líderes de equipos y quieran adquirir competencias para la comunicación efectiva; quienes quieran con sus conversaciones hacer de este, un mundo mejor, desde el rol que ocupan en la vida de quienes les rodean.
Las capacidades conversacionales son pre-requisito para alcanzar mayor efectividad en las interacciones con otras personas y con nosotros mismos. La mayoría de nosotros pensamos que por el solo hecho de tener la destreza física para hablar y escuchar, es suficiente y que con eso están dadas las condiciones para hacerlo y por lo tanto no habría nada que aprender y mejorar.
Pero muchos de los resultados que estamos obteniendo en nuestras acciones, están marcando una brecha en nuestras vidas personales y/o profesionales, donde gran parte de los problemas o de las oportunidades que generamos, de las satisfacciones y sufrimientos que nos invaden, son el resultado de la manera como estamos hablando y escuchando.
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