No sé qué hacer con esta culpa. No puedo dormir. En mis sueños, la
policía entra en mi casa y me saca esposado argumentando que he hecho mucho
daño y que el único lugar en donde se me puede permitir vivir es una cárcel de
alta seguridad. En otros sueños siento que he alcanzado el éxito. Pero cuando
estoy en la cúspide de una montaña con todo el mundo a mis pies y una multitud
ovacionándome, aparece mi ex esposa entre la multitud señalándome con el dedo y
diciéndoles a todos que soy un fraude; que me bebía el dinero del colegio de
los niños, que tuve una amante, que la golpeé borracho, y que por soberbio y
borracho me dejé echar de varios trabajos en los que me iba muy bien.

Ya llevo tres años de abstención y mi vida ha mejorado en muchos
aspectos, pero me siento atascado. La culpa no me deja surgir. Siento que no me
merezco nada bueno de la vida por todo lo malo que hice. Cuando me cae m… del
cielo, me alegro y pienso que estoy pagando alguna de las fechorías que hice.

Mientras escuchaba la historia de Emilio, podía percibir su
sensación de impotencia. Había llegado a un punto en el que no sabía qué más
hacer.

Por su lado, Gema me contaba una historia aparentemente
opuesta, pero parecida a la de Emilio en un aspecto que más adelante aclararé:

No sé qué me sucede. Sigo sintiendo que todo el mundo abusa de mí. No
hago sino preocuparme por los demás, y nadie lo hace por mí. Estoy llena de
resentimiento. A veces creo que lo que recorre mis venas no es sangre, sino bilis.
Siento que me quema por dentro. No sé si lo voy a poder soportar más.

Mi novio, que es mi primer victimario, me grita, me golpea, me
ridiculiza y me invalida.

¿Qué te dé un ejemplo?

Antier me llevó desnuda frente al espejo. Me dijo: «¡Mírese! ¡Convénzase
de una vez por todas! ¡Usted es fea! ¡fea! ¡fea! ¡fea! ¡fea! ¡Lo único que
despierta en cualquier hombre es asco y repulsión! ¿Cree que alguien va a poder
quererla? ¡El único que se la aguanta, y con gran trabajo, soy yo! Pero ya me
estoy cansando…»

Además, me dice que lo estoy volviendo loco. Que todo es mi culpa; que
yo soy la que lo obligo a actuar así.

A veces sueño que los mato a él y a mi ex esposo, y que lo disfruto.

Mi ex esposo me trataba igual. Casi con las mismas palabras. ¿Por qué
se tenía que repetir la historia?

Por favor dime qué estoy haciendo mal. ¿Qué tengo que aprender para que
no se siga repitiendo este ciclo que me va a llevar al suicidio o a cometer un
crimen?

A ambos les contesté que probablemente estaban listos para
los pasos ocho y nueve.

Para algunas personas es muy claro el daño que han hecho a
otros. Para otros no.

Sienten que han sido ellos los que han sido ofendidos,
maltratados o han visto vulnerados sus derechos de diferentes maneras.

Con los pasos ocho y nueve sanamos las relaciones. Son los
pasos con los que hacemos las reparaciones necesarias con nosotros mismos y con
los demás.

El paso ocho de Alcohólicos Anónimos dice: «Hicimos una lista de todas aquellas
personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño
que les causamos
«.

Los que hemos tenido experiencia con este paso, sugerimos
hacer tres listas. La primera, es la de todas aquellas personas a quienes hemos
ofendido. La segunda, es la de todos aquellos que nos han ofendido (ya veremos
para qué nos servirá esta lista) y la tercera, incluye un solo nombre: Yo.

En la mayoría de los casos, cada uno es la persona que más
se ha hecho daño. Y mientras su nombre no esté escrito en este inventario, no
se habrá hecho el trabajo completo.

Sé que el paso sugiere solamente «una» lista y yo estoy
hablando de «tres». Es una idea polémica, pero en la práctica, a muchos nos ha
resultado hacer las tres listas para hacer algunas reparaciones útiles de las
que hablaremos en el siguiente paso.

Algunos inclusive prefieren comenzar por la lista de quienes
les han hecho daño. Se han sentido abusados y maltratados. En muchos casos, no
tuvieron oportunidad de protegerse o elegir pues eran unos niños. En otros, se
han sentido vulnerados toda la vida. En esta lista ponemos todos esos hechos.

¿Quién nos utilizó, maltrató, victimizó o abusó de nosotros?

¿Quién nos hizo daño consciente o inconscientemente?

¿Quién nos rechazó, despreció o causó dolor?

¿Hacia quién tenemos miedos o rencores ocultos?

¿Con quién evitamos vernos o hablar porque nos ha dañado?

¿A quién rechazamos por nuestra propia incapacidad de
cuidarnos a nosotros mismos ante esa persona?

Este inventario puede salir rápidamente, o puede demorarse.
A veces, después de detenernos y descansar unos días, aflorarán nuevos nombres
y eventos.

La idea con esta lista es tratar de sacar a la luz todo lo
que podamos. Ya veremos lo que vamos a hacer con esta lista.

Una vez hemos terminado, podemos comenzar con la siguiente
lista. La de las personas a quienes hemos dañado.

¿Quién ha sido víctima de nuestra rabia, egoísmo o
egocentrismo?

¿A quién hemos herido con comentarios sarcásticos o haciendo
mofa de ellos?

¿A quién hemos avergonzado o culpado?

¿A quién le debemos dinero?

¿A quién hemos ignorado o descuidado?

¿A quién hemos invalidado o menospreciado?

¿A quién hemos mentido o manipulado?

Este paso requiere revisar nuestra alma con lupa. No es un
paso para revolcarnos en la culpa ni castigarnos. Es el primer paso para
liberarnos de las culpas, la vergüenza, la ansiedad y el conflicto en nuestro
corazón.

Una de las características de la codependencia es la culpa
inmerecida. Sentirse culpable por daños que otros han hecho. Para tener una
mayor claridad sobre la culpa, ayuda describir el hecho que nos produce culpa.
Por ejemplo: Le pedí dinero prestado a Juan, le dije que le pagaba en ocho
días, y cuatro años después, no se lo he pagado. Compré un pleito entre Carlos
y Pedro, me puse de parte de Carlos, peleé con Pedro sin que me hubiera hecho
nada, y cuando ellos se reconciliaron terminé peleando con Carlos…. O decidí
ignorar a Alexandra porque su belleza me intimidaba.

Al hacer esta lista es útil pensar ¿Con quién no nos
sentimos en paz en nuestro corazón? No importa si la relación está rota, si
hace mucho tiempo no vemos a esa persona, o si ha muerto.

Ahora viene la tercera lista. La que tiene solo nuestro
nombre.

Nosotros mismos somos la persona con quien más reparaciones
pendientes tenemos.

Al ser demasiado duros o críticos con nosotros mismos, nos
hemos dañado.

Al creer las falsedades que se han dicho de nosotros,
criticarnos, avergonzarnos, juzgarnos y condenarnos, nos hemos dañado.

Al reprimirnos y descuidarnos, nos hemos dañado.

Al privarnos o negar nuestras necesidades, nos hemos dañado.

Al no amarnos ni cuidarnos a nosotros mismos, nos hemos
dañado.

Al desconfiar de nuestros instintos y sentimientos, nos
hemos dañado.

Al responsabilizarnos de los comportamientos ajenos, nos
hemos dañado.

Al permitir que abusen de nosotros, nos maltraten, nos
griten o nos toquen de forma inapropiada, nos hemos dañado.

Al descuidar o minimizar nuestros talentos o dones, nos
hemos dañado.

Al dejarnos gobernar por el miedo, nos hemos dañado.

Al quedarnos paralizados y postergar acciones importantes,
nos hemos dañado.

Todos esos daños que nos hemos causado a nosotros mismos,
generan rabia y resentimiento hacia nosotros mismos, lo cual es devastador.

Mientras no reconozcamos y modifiquemos estas conductas,
podemos pasar el resto de nuestras vidas autoinfligiéndonos castigos terribles
o permitiendo incoscientemente que otros nos dañen, sintiendo que nos lo
merecemos, resintiéndonos más con nosotros mismos por permitirlo y
retroalimentando un círculo vicioso de autodestrucción.

No es necesario trabajar todo este paso en una sola sentada.
Los mejores trabajos que he visto han tomado un tiempo. Sin embargo, cuando
llega el momento, no se debe postergar. Si nos sentimos demasiado agobiados,
podemos suspenderlo y consentirnos, para continuar después.

También podemos tener en cuenta que NO hay razones para sentirnos culpables o reparar algo que hicimos
para cuidar de nosotros mismos.

No hay necesidad de reparar por habernos negado a algo que
no queríamos; por poner un límite claro; por no permitir que nos hayan usado,
abusado, maltratado o victimizado; por decir lo que sentimos  y necesitamos o por cuidar adecuadamente de
nosotros mismos.

A veces, cuando estamos sumergidos en la disfuncionalidad,
podemos sentirnos culpables por cuidar de nosotros mismos. Además, las personas
que nos rodean pueden enfurecerse porque no nos dejemos maltratar, usar o
abusar; pueden sentirse amenazadas por nuestro cambio. Cuando no tenemos claro
si debemos sentirnos culpables o no, podemos pedir consejo a alguien con mayor
trayectoria en la recuperación.

Otra cosa importante es que no debemos caer en el perfeccionismo
ni ser demasiado estrictos con nosotros mismos. Los nombres irán apareciendo
naturalmente. Si al final resulta una lista corta, estará bien. Si la lista es
larga, también estará bien.

Este es un paso de honestidad con nosotros mismos; no de
maltrato a nosotros mismos.

Después de hacer las listas, podemos recostarnos en la silla
y comenzar a hacer el otro trabajo que requiere este paso: Disponernos a
reparar el daño causado.

No tenemos que salir a reparar todos los daños
inmediatamente. Simplemente ponemos nuestro corazón en una actitud diferente.

No hay nada que temer. Todo esto se hace dentro del amor y
el cuidado de nosotros mismos.

Nada sucede por accidente. Todos esos conflictos han
sucedido para que aprendamos algo de nosotros mismos. Aprenderemos que hemos
cometido errores que causan dolor en otros y poco a poco podremos ver los
errores que han causado dolor en nosotros por los malos tratos y abusos que
hemos permitido de otros hacia nosotros. También nos haremos conscientes de los
errores que hemos cometido en la relación con nosotros mismos. Todos esos
errores han afectado nuestra relación, tanto con nosotros mismos como con los
demás.

Al tomar conciencia del daño, nuestro corazón ser irá
abriendo a la posibilidad del cambio. A la posibilidad de no cometer más los
mismos errores. A disponernos a repararlos.

Este es el comienzo de la reparación de nuestras relaciones.
Comienza con un pensamiento. Poco a poco irá apareciendo el deseo y luego la
voluntad de reparar.

Poco a poco iremos viendo que nuestras relaciones reflejan
nuestros asuntos no resueltos y nuestros miedos. También podremos darnos cuenta
de nuestra parte en muchos de los daños que hemos recibido.

Podremos darnos cuenta de que algunos abusos que hemos
recibido se deben a que no pusimos los límites adecuados. Podemos darnos cuenta
de que hemos atraído ciertas relaciones disfuncionales, y las seguiremos
atrayendo hasta que modifiquemos algo en nuestra forma de relacionarnos o de
escoger con quién relacionarnos. Puede ser nuestra forma de hablar, nuestra
actitud corporal, o nuestro miedo al rechazo que gobierna todas nuestras
acciones y actitudes.

Este paso nos abre las puertas de la libertad. Nos
liberaremos de sentimientos hacia relaciones que terminaron hace años. Podremos
abrir los ojos y ver con objetividad nuestras relaciones actuales; nuestros
conflictos. Nuestros asuntos no resueltos sanarán. Ya no seremos más las
víctimas. Tendremos una herramienta para que de ahora en adelante nuestras
relaciones crezcan basadas en el amor y el respeto hacia nosotros mismos y hacia
los demás.

¡Atrévete a dar este paso! Pide que se te muestre quién debe
estar en tu lista.  Pide poder ver los
daños que has hecho a otros y a ti mismo(a). Este paso te llevará hacia la paz
contigo mismo(a) y con los demás.

Este paso te pide ver tu parte en todos esos asuntos no
resueltos, para poder sanarlos de una vez por todas. Atrévete a darlo y siente
su poder en tu corazón.

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Espera el próximo sábado a las
10:00 am, Noveno Paso: «Reparamos directamente
a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba
perjuicio para ellos o para otros.»
© Alcohólicos Anónimos

 

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Ramiro Calderón

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