Hola,

Hoy te traigo dos testimonios más cortos que los del post pasado, pero igual de sustanciosos. Los compartires son la forma como las personas en los grupos de apoyo sacan a la luz y debilitan esas fuerzas oscuras que las han gobernado durante toda la vida.

Para no extenderme mucho, y dejarte entrar en materia, te dejo con estos compartires, esperando que en caso de haber sentido alguna identidad con la Codependencia, algo de lo que aquí queda plasmado, te ayude a identificar y sanar algo más en ti.

Ahora te dejo con Viviana:

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Buenas noches,
La verdad acabo de leer un blog suyo ( el del 22 de enero en EL TIEMPO – En la Cabeza de un Codependiente) y fue un insight muy doloroso, vi reflejada mi infancia, mi vida, vi como las lágrimas cubrían otra vez mi cara…
Soy una mujer caldense de 40 años, psicóloga con una maestría en desarrollo organizacional, mamá de dos hermosas niñas y que la vida se encargó de llevar más y más lejos de Colombia y ahora vive hace 13 años en Santiago de Chile.
Mi historia de seguro la ha escuchado miles de veces, pero aun así me atreveré a contársela a lo mejor sirve y ayudo a alguien con mi experiencia.
Nací en cuna de oro, digamos que siempre tuvimos mucho dinero en mi familia y mi infancia fue de lujos, viajes y muchas novedades; sin embargo siempre hubo algo muy doloroso para mí: la incomprensión de mi mamá. Una mujer recia, fuerte y bastante crítica por lo menos conmigo, nunca para ella nada fue suficiente que si los platos no se lavan así, que si hay que comer de tal y cual manera, que si los modales, que si tu hermana es mejor que tú, en fin los descalificativos en mi vida eran la constante; recuerdo cómo trataba de darle gusto, de hacerme notar por ella positivamente, sin lograrlo. Mi papá un muy buen hombre pero con pánico total de mi madre, un hombre que siempre estuvo para mí, pero que se callaba cuando mi mamá gritaba y me decía «mija, no se meta en problemas haga lo que ella le dice».

Crecí siempre con temor, con miedo a fallar (cosa que siempre pasaba, como una profecía autorrealizada), crecí con la idea de que soy lo peor y nada merezco, crecí con el autoestima completamente devastada, frases como «solo vas a servir para muchacha del servicio», «con esa cara tan bonita pero parece un tonel», en fin si continúo, no acabo.
Esperando que mi papá me ayudara o mi hermana (menor) dejara de atacarme como mi mamá en versión menor, se me pasaron los años de infancia y adolescencia, y un día llevada por la desesperación salí de la casa materna o más bien del matriarcado en casa porque un día se perdió un anillo y en la mente de mi mamá solo se le pudo ocurrir que yo lo había empeñado (cosa que por supuesto era mentira), así que me fui a vivir lejos en Bogotá, no sin antes mi querida madre obligarme a traspasarle mi carro y no dejarme sacar más que la ropa que ella me había comprado.

Aún así salí de ese lugar; total, tenía mi carrera y lo que sí me había enseñado mi papá era a trabajar y luchar, así que miedo no tenía.

Empecé a trabajar, pasé de tener un carro a tomar un bus todos los días, pero sin la toxicidad de mi mamá. Sin embargo, ni estar lejos de ella logró que no saliera dañada. En todo estaban sus palabras… en todo; en escoger pareja; en el miedo a fallar; en mis trabajos; en la imperiosa necesidad de aprobación que me llevó a degradarme con mis parejas, al punto de rogar porque me creía incapaz de ser amada por nadie, pues siempre me sentí muy poca cosa.

Conocí una persona (obvio, después de varias rupturas muy dolorosas), que pensé era el indicado, pero después de mucho dolor, de renunciar a mi trabajo soñado y por el que tanto luché en nombre del amor, después de escuchar miles de veces lo mala que soy, después de dos hijas, después de oírle el: «Yo no te admiro», entendí que así esté a miles de kilómetros, mientras no trabaje mi relación con mi mamá en terapia y me duela lo que me tenga que doler, estará mi mama presente en cada día de mi vida, como está hoy durmiendo en mi cama cada noche, aunque ya no me dejo hacer daño, pues eso sí lograron mi mamá y mi pareja de tanta crítica: volverme dura como la piedra que lanzaron ellos con cada palabra que me mató el alma.

Estoy sola en un país lejano, ahora estoy buscando trabajo para empezar mi vida sola con mis hijas y empezar una terapia urgente que me ayude a desaparecer los fantasmas de mi madre y que me ayude ahora a soportar la negatividad en las palabras de mi madre. Por cierto, ya no permito que me hieran, es más, no permito ni que opine de mi vida.

En caso de que mi historia le interese le pido nunca se mencione mi nombre.
Mil gracias por leerme,

Viviana

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Adicionalmente, quisiera compartir esta otra historia de una mujer que quiso compartir con otras mujeres (y yo diría que a muchos hombres les serviría también), un momento oscuro por el que está pasando, pero que la está ayudando a tomar consciencia de su realidad, lo cual es el primer paso para hacer algo al respecto.

Sacar a la luz esos lunares de la vida que la mayoría ocultan, es una excelente forma de debilitar algo que nos ha gobernado desde el inconsciente. Es la puesta en práctica de la herramienta de compartir en el grupo de apoyo. Es la forma como nos sanamos y ayudamos a otros a sanar.

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Hola Ramiro, buen día, espero que estés muy bien.

Ya conoces el proceso por el que estoy pasando. Como cada día sale algo nuevo, me he dedicado a escribir para sanar tal vez mejor, tal vez más pronto, no lo sé. Te lo quiero compartir quizás ayude a otras personas.

Un abrazo desde La Paz.

Sabiamente, dicen por ahí que el amor es ciego, sordo y mudo; tristemente eso se aprende a punta de decepciones y dolor el alma, tal vez mi historia te sea muy muy cercana por lo que te pido que la leas a la luz de entenderla como una «señal de la vida».

Empecé como toda mujer enamorada creyendo firmemente que ese hombre que Dios me había enviado era el indicado, sus detalles, su protección, su dedicación a mí era algo que sólo podía ser un designio divino.

Obnubilada por ese «hombre heroe» seguí mi vida confiando que en él no cabía lo negativo (como suele ser siempre en el enamoramiento).

No puedo negarles que aunque «de eso tan bueno no dan tanto» me aferré a él pues vivo hace muchos años lejos de mi familia y quizás mi necesidad de afecto y protección no escuchaba lo que tantas veces me decía mi cabeza, ahora sé que había una lucha muy grande entre mi corazón y mi cerebro.

Yo, profesional exitosa (en ese momento), mantenía una relación afectiva con un hombre que daba señales de sus mentiras, no una, ni dos, ni tres sino millones de veces; sin embargo y aclarando que no tengo excusas, seguía con él pensando que yo a lo mejor estaba exagerando y que sus mentiras eran piadosas.

Mentía con cosas simples como su cargo en la empresa, hasta cosas que en ese momento no me afectaban como su salario. Lo inflaba tanto y a la par gastaba, que no podía pensar que ganaba menos.

Eso nunca me importó pues yo ganaba muy bien y cada quien vivía en su casa, así que cuando salíamos él invitaba y pues todo parecía normal. Pasaba el tiempo y empezó a mostrar otras facetas bastante negativas, nos la pasábamos en pelea tras pelea, pero él para su casa y yo para la mía.

Mentía para ir a conciertos, mentía enfermando a su gente cercana, al punto en que alguna vez al intentar verificar en una clínica, me dicen que no hay pacientes con ese nombre; lo confronto y me dice que cambió de clínica porque sabía que yo iría; a ese punto mentía, y obvio, yo lo dejaba pero insistía tontamente en una relación que hoy por hoy es la peor decisión de mi vida.

Empezó a meterse con mis horarios de trabajo, empezaba a quedarse con el carro para ir por mí y así asegurarse que saliera a la hora exacta (sí sé que todo lo permití yo, ahora lo sé), empezó a querer que le escribiera cada dos minutos total mi trabajo empezó a ser un infierno para mí porque enamorada no supe delimitar mis espacios (la ceguera del amor no es excusa, ya lo sé).

Cuando tenía alguna junta programada a la hora de salida, él inventaba que tomaría un café con alguien para llegar por mí más tarde y así «vengarse» de mí. El fin de todo con mi trabajo es que convenció a toda mi familia de que mi trabajo era malo, mi sueldo miserable y me exigían horarios que no eran justos, me rehusé a renunciar mucho tiempo hasta que me embaracé y pensando en mi tranquilidad y en sus mentiras de que todo sería felicidad pues cometí el error más grande mi vida después de él, RENUNCIÉ AL TRABAJO DE MIS SUEÑOS, por el que había luchado como nadie.

El embarazo fue un infierno porque, obvio, ya con el control del dinero y de mi tiempo en casa inventaba juntas, inventaba un sin fin de situaciones para llegar tarde, en ese momento aún conservaba mi amor por él y sufrí bastante. Empecé a entender que había otras personas además de mí y que siempre las hubo solo que no quise escuchar a mi corazón. Me dediqué a ser mamá y convencida de que ganaba el sueldo más que suficiente me tranquilicé un poco con los gastos siempre siendo coherente y sin querer gastar de más.

Siempre trabajé, así que eso de que me mantuvieran no me agradaba del todo.

Como entre cielo y tierra no hay nada oculto y a las mentiras les llega la hora de la verdad, empecé a evidenciar situaciones que ya no me gustaban: empezó a decirme que desconectara el teléfono porque se le había olvidado pagar la tarjeta de crédito y aunque ya la había pagado, pues los de cobranzas no sabían. Salía rápido a revisar el buzón de casa, como buscando los sobres antes que yo y eso del sexto sentido, ya sin el sesgo del amor ciego, me empezó a decir que algo pasaba.

Empecé a cuestionar todo lo que me decía como para que se diera cuenta que ya sabía que mentía en muchas cosas, obvio no desconecté el teléfono y empecé a enterarme que no solo eran cuentas de tarjetas; eran préstamos, era la renta, etc.

Le pedí recibos de nómina, que me llevara a cajeros a ver el saldo y solo decía: «Yo lo arreglo». Nuestra vida se volvió un infierno porque cuando a un mitómano lo evidencias, lo que suele hacer es negarlo hasta la muerte y así fue. Decidí ya no gastar en cosas innecesarias sabiendo que no estábamos bien (cosa que él hasta hoy, cuando estamos a punto de separamos continúa negando).

Le dije que empezaría la búsqueda de trabajo pues con mi maestría de seguro encontraría algo muy bueno para apoyar en la casa, a lo que se negó, según él, porque las mamás deben estar con sus hijos en casa (así los crían en este país).

El punto exacto en el que estoy es que cada día descubro más y más mentiras económicas. Las demás, pues ya pasan a un segundo plano cuando las deudas nos están devorando. Su bola de nieve se volvió una tormenta que le está cayendo encima.

Lo más triste y frustrante es que niega todo, aún con la evidencia, por ejemplo, de que fue con la señora de la renta y le pidió que sin decirme nada, no cobrará el cheque, que lo esperara.

Aún cuando de todos los bancos llaman y traen hojas de cobro jurídico, él dice que se le olvidó pagar, que el dinero está en la cuenta, que la banca electrónica esta caída, en fin, tanta tontera, que ya hasta insulta mi inteligencia. Hoy por hoy estoy buscando trabajo con urgencia (no me da miedo trabajar, gracias a dios tengo una carrera); hoy por hoy escucho mi corazón antes que sus palabras, y no permito que su palabrería me haga caer en sus mentiras porque en el pasado me envolvía tanto que terminaba cayendo en sus manipulaciones.

Mujeres que me leen, NUNCA RENUNCIEN A SUS SUEÑOS en nombre del amor. No vale la pena: Cuando su corazón les diga que algo no está bien, ESCÚCHENLO. Ése, nunca se equivoca.

De yo haberlo escuchado tantas veces quizás estaría en Colombia cerca de mi familia y siendo muy, muy feliz.

Juliana

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