Hemos hablado de muchas adicciones en este blog… y me atrevería a afirmar que la adicción a la zona de confort es la más sutil, insidiosa y difícil de detectar, de todas las adicciones.

¿En qué consiste esta adicción? Aunque ya estarás intuyendo de qué se trata y probablemente piensas en alguien que la padece, te invito a que escuchemos a algunas personas que nos cuentan cómo se manifestó en sus vidas:

Mi nombre es Juan y mi fondo, aunque muchos no lo crean, fue uno de los mayores logros de mi vida: me gané varias decenas de miles de dólares en un concurso de literatura.

Pensé que había agarrado el cielo con las manos; que me había podido salir del sistema; que ya no tendría que salir a trabajar para poder comer, como muchos que conocía. Mi sueño, que era poder vivir en una isla desierta en donde nadie me jodiera la vida, se había hecho realidad.

Fabriqué mi propia isla desierta en el corazón de Barranquilla.

Me encerré en mi apartamento y no volví a salir, ni siquiera a hacer mercado.

Me iba a dedicar a escribir mi obra maestra, sin la presión del hambre, ni del compromiso con una editorial.

Puse el dinero del premio entre un cajón y cada vez que necesitaba algo, simplemente sacaba un poco y lo compraba.

Pagaba los servicios públicos por Internet y pedía el mercado o la comida preparada a domicilio; inclusive dejé de asistir a fiestas o eventos sociales.

Quité de en medio todo lo que pensé que interfería con mi escritura.

Pero todas las mañanas me levantaba a escribir mi libro y antes de hacerlo me ponía a ver televisión, luego a hacer ejercicio, después a arreglar el apartamento, más tarde a descansar y finalmente se pasaba el día sin que yo escribiera ni una línea.

Así se fueron uniendo un día tras otro, hasta que cuando me di cuenta, habían pasado dos años. ¡Dos años de mi vida tirados a la basura!

No escribí, no construí relaciones… eso sí, nadie me jodió la vida durante esos dos años, pero al final me di cuenta de que se me acabó el dinero y no había hecho nada.

Y cuando fui consciente de que debía salir a trabajar para ganarme la vida, apareció el problema que llamé “la parálisis”: Una fuerza superior a mí mismo, que no me dejaba hacer lo que necesitaba, quería o tenía que hacer, y me obligaba a seguir encerrado y en aislamiento.

Ningún psicólogo o psiquiatra podía lograr que me moviera. Ningún tratamiento daba en el clavo. Me diagnosticaron Depresión Crónica, Trastorno de Ansiedad Generalizado, Trastorno Obsesivo Compulsivo, en fin, lo que te imagines, aparentemente yo lo padecía.

Yo decía: “No me importa lo que me diagnostiquen, siempre que el tratamiento me permita vencer la maldita parálisis”.

Pero ningún tratamiento, ni ningún medicamento me ayudaban a luchar por lo que yo quería.

Terminaba embrutecido por las pastas, pero seguía encerrado y viendo televisión, viendo como todo alrededor de mí se iba derrumbando, sin yo poder hacer nada para detener la miseria que iba invadiendo mi vida.

Leía libros y veía videos que me decían que debía salir de mi zona de confort, pero ninguno me decía cómo hacerlo.

Yo no estaba ahí porque quería. Yo estaba ahí porque no podía salir de ahí.

Finalmente, encontré en DiverCrecer las herramientas para salir de la zona de confort un día a la vez.

Ahora he podido emprender varios negocios desde mi casa, trabajo sin jefes, que era uno de los objetivos que tenía… pero hago lo que tengo que hacer.

Uno de los problemas que se manifiestan en las personas que buscan la independencia, es que al no tener jefes que les estén pidiendo cuentas, se duermen.
En mi caso, eso no volvió a suceder.

 

Otro testimonio que vale la pena conocer es el de María:

Vengo de una familia acomodada y nunca me faltó nada.

Mi padre era un gran proveedor y seguramente no quiso que nosotros pasáramos por las necesidades que él tuvo que afrontar.

Sin embargo, nunca se imaginó que al no aprender a ganarme la vida, terminaría dependiendo de él toda la vida.

No había ningún problema mientras él vivió.

Sin embargo, cuando él murió y luego cuando murió mi mamá, vi como rápidamente la herencia se deshacía en mis manos, sin poder hacer nada para evitarlo.

Lo único que sabía hacer era gastar.

No tenía ni idea de cómo ganarme lo de sostenerme, ni de cómo llevar un seguimiento saludable a mis finanzas.

Vendía cosas que no usaba para hacer mercado, y cuando se fueron acabando las que no usaba, comencé a vender las de primera necesidad.

Vendí el carro, la lavadora, la secadora, el microondas, la nevera, la sala y al final quedé yo sola viviendo en un espacio vacío con mi colchón sobre el suelo.

Luego vendí el apartamento y me lo fui comiendo poco a poco, hasta que quedé prácticamente en la calle y sólo con lo que tenía puesto.

Ese fue mi fondo.

Fue muy difícil verlo, pues yo no era alcohólica como mi padre, ni drogadicta como algunos de mis primos, ni hacía locuras, ni compraba compulsivamente.

Mi problema era simplemente que no me movía. Me metía debajo de la cama a esperar que la vida pasara y a que los problemas se arreglaran por sí solos… y descubrí que los problemas no se arreglan; empeoran.

Ahora me ha tocado salir a aprender lo que no quise aprender cuando no tenía la necesidad.

Definitivamente, a veces la necesidad es la que lo obliga a uno a moverse.

Claro que no fue solamente la necesidad. Tuve que usar las herramientas y la ayuda de DiverCrecer para poder salir adelante.

 

Por otro lado, Pablo nos cuenta:

Toda la vida se me facilitó aprender. No tenía que estudiar para pasar las materias en el colegio ni en la universidad. Eso hizo que me acostumbrara a que todo era fácil.

Cuando terminé mi carrera conseguí trabajo inmediatamente.

Luego me cambié a otro trabajo en el que me pagaban más, luego otro y otro más. Cada vez que me cambiaba de trabajo mejoraba mis ingresos.

Después de quince años con esa estrategia “infalible”, un día hicieron un recorte de personal en la empresa en donde estaba y terminé sin trabajo por primera vez en mi vida.

Con lo que tenía de liquidación, podía vivir un par de años sin preocuparme. Sin embargo, después de un par de meses de descanso, en los que me dediqué a viajar, comencé a buscar trabajo.

Me enfrenté con un muro de concreto.

Yo, que siempre había dicho que era muy bueno para trabajar, pero malo para vender.

Y terminé dedicándome de tiempo completo al frustrante trabajo de intentar venderme a mí mismo… sin que nadie me comprara.

No era sencillo afrontar un no por respuesta cuando intentaba venderme. Estaba acostumbrado a que todo me resultaba fácil… pero el mundo había cambiado.

En todas las empresas que visitaba, tenían la nómina congelada, o estaban despidiendo trabajadores.

Yo seguía buscando trabajo porque lo único que sabía hacer, era vender mi mano de obra.

Pero no me funcionaba y pronto me tocó comenzar a vender activos para poder comer.

Sabía que si seguía así iba a terminar en la indigencia, pero no podía pensar en otra cosa para hacer.

Gracias a que busqué ayuda en DiverCrecer, no terminé debajo de un puente.

Aprendí, primero que todo a utilizar toda esa energía que desperdiciaba tratando de venderme a mí mismo, en sacar adelante mi propio emprendimiento con los contactos que había hecho durante mi vida laboral.

Hoy tengo mi propia empresa de venta de pinturas para la industria automotriz, y pude vencer esa resistencia interna para actuar, para proyectarme al mundo, para crecer, para hacer lo que me gusta sin necesidad de que me estén presionando desde afuera.

 

Inés nos muestra una faceta que muchos interpretamos como crecimiento, pero que mal enfocada lleva a la frustración:

Llevaba veintidós años trabajando en la misma empresa. Siempre había sido la empleada ejemplar. Nunca llegué tarde, nunca me negué a ir a trabajar un sábado o un domingo, siempre entregué los informes a tiempo, pero permanentemente sentía un vacío inmenso dentro de mí. Sentía que mi trabajo no era valorado y que yo podía recibir mucho más por todo lo que sabía.

Esa fue la razón que me llevó a hacer mi primera especialización. Luego el vacío persistía, entonces hice mi segunda especialización. Más adelante aprendí inglés y después hice una maestría. Todo lo hacía fuera del horario de oficina y con mis propios recursos.

Pero cuando llegaba el momento de pedir el aumento, la promoción o buscar otro trabajo, ahí me quedaba paralizada.

No podía encontrar la forma de hacer valer mis estudios adicionales, hasta ahora, que me di cuenta de que era una de las manifestaciones de mi adicción a la zona de confort.

Ahora, con las herramientas de DiverCrecer, he vencido ese miedo a lo desconocido, he cambiado dos veces de trabajo y he logrado duplicar dos veces mis ingresos durante el último año y medio. Adicionalmente siento que estoy desarrollando mejor mi potencial, encajando mejor en la sociedad y logrando una mayor auto-realización.

 

Finalmente, podemos escuchar el testimonio de Lucas un emprendedor que finalmente encontró el camino al éxito:

He estado en muchos cursos de emprendimiento. Me he leído infinidad de libros de autoayuda. Pero el mejor programa de Emprendimiento que he podido conocer, se llama DiverCrecer.

Soy emprendedor desde muy joven debido a mi problema con la autoridad. Después de una crianza férrea como la que me dio mi padre, no podía soportar la idea de subordinarme a un jefe. Entonces no tenía otro camino que ser emprendedor.

Comencé varios negocios, con muchas expectativas, pero terminaba abandonándolos ante el primer obstáculo. Sentía que me faltaba algo; que estaba incompleto.

Estudié administración de empresas, porque pensé que lo que me faltaba era conocimiento… y me ayudó un poco, pero seguía sintiéndome incompleto. Entonces comencé a hacer cursos de emprendimiento y a leer libros de autoayuda… pero seguía comenzando mis proyectos con mucho entusiasmo, para luego abandonarlos a mitad de camino. Eso afectaba terriblemente las finanzas familiares.

Con el tiempo me di cuenta de que me iba muy bien en la etapa de desarrollo. Sin embargo, cuando llegaba a la fase de mercadeo, cuando ya tenía que confrontar mi producto o servicio con el mercado, terminaba paralizado y prefería arrancar con otro proyecto.

Eso es el camino seguro al fracaso para cualquier emprendedor.

Es muy importante llegar a concretar ventas cuanto antes.

Sin embargo, a mí me sucedía algo terrible: O prolongaba el desarrollo indefinidamente para no tener que enfrentarme con el mercado, o abandonaba.

Todo esto lo hacía inconscientemente. Vine a descubrirlo en DiverCrecer.

En el momento tengo cuatro emprendimientos que me generan dinero, gracias a DiverCrecer.

Allí aprendí que más importante que el Plan de Negocios, que el conocimiento en Finanzas, que el conocimiento en Mercadeo, están las metas personales diarias que uno se propone y cumple.

Yo comenzaba todos mis proyectos con unos planes de negocios magníficos. Tenía unas proyecciones financieras maravillosas para los primeros cinco años. Tenía previstas supuestamente todas las contingencias que se podían presentar y lo que debía hacer ante ellas. Tenía unas proyecciones de ventas impresionantes y la forma como iba a responder con la producción a ese aumento en la demanda, pero no sabía cómo iba a lograr esas ventas.

Ahora comienzo con mucha menos teoría y más acción. Con un plan de negocios de una o dos páginas, pero con unas metas diarias mucho más concretas: Llamar a tantos prospectos al día, hacer tantos contactos en las redes sociales al día, hablar con tantas personas sobre mi servicio, mandar tantos brouchures al día, etc.

Eso es mucho más efectivo que cualquiera otro conocimiento de emprendimiento que me hayan enseñado en los miles de cursos que he hecho.

Antes de hacer la llamada, el contacto, o hablar con un desconocido, me tengo que enfrentar a los demonios que toda la vida me sabotearon y me alejaron del éxito. Ahí es donde aplico las herramientas de DiverCrecer y veo finalmente el crecimiento y el éxito acercarse a mi vida.

Aunque no está listada como adicción en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la American Psychiatric Asociation, las herramientas que se usan para otras adicciones, han funcionado muy bien para ayudar a las personas a salir de su zona de confort.

Cuando pregunté sobre esta adicción en Crezcamos, un programa parecido a Alcohólicos Anónimos que está ayudando a personas de varios países a salir de la zona de confort la respuesta que recibí fue:

En Crezcamos hemos definido la adicción a la zona de confort como la necesidad compulsiva de mantenernos dentro de la ilusión de seguridad de lo que conocemos, sin hacer mayores esfuerzos adaptativos o de aprendizaje, a pesar de que dicho entorno conocido nos incomode, nos traiga problemas o nos impida progresar.

Al preguntar cómo se podía manifestar dicha adicción en la vida de una persona, la respuesta que recibí fue:

Hay muchas formas como dicha adicción puede manifestarse en nuestras vidas:

En algunos casos, esta adicción se manifiesta como un vacío existencial; una sensación de no saber para qué estamos en este mundo; una sensación de que la vida se ha convertido que una calma tibia y monótona.

En otros casos se manifiesta como una sensación de sub-lograr, sub-alcanzar o sub-ser; un sentido de ausencia de auto realización, independiente de la cantidad de dinero que podamos estar haciendo.

También se puede manifestar como una inhabilidad para reconocer y expresar plenamente nuestras capacidades y competencias; como una inhabilidad para satisfacer las necesidades presentes o futuras, tanto propias como de las personas a cargo nuestro, o como una incapacidad para reconocer y expresar nuestros talentos.

Hay casos en los que vivimos al límite por no producir suficientes ingresos, gastamos la mayor parte del dinero que tenemos, nos endeudamos para no afrontar nuestra incapacidad para producir lo que necesitamos, evitamos riesgos saludables que podrían llevarnos a progresar en nuestras vidas, y no hacemos mayores esfuerzos para anticiparnos al futuro.

Hay otros casos en los que desperdiciamos masivamente nuestro tiempo ejecutando compulsivamente actividades que no respaldan nuestra visión ni apuntan hacia mejorar nuestra calidad de vida.

Inclusive hay casos en los que se manifiesta como una sensación de no estar a la altura de nuestro potencial único, no perseguir nuestros sueños y metas, como una total renuncia a nosotros mismos y nuestros deseos.

Desde el punto de vista de los programas de doce pasos, si un comportamiento te trae problemas en cualquier dimensión de tu vida y a pesar de los problemas que te trae, no eres capaz de dejar dicho comportamiento por tu propia cuenta, probablemente estamos hablando de una adicción.

Fuera del debate de si se es o no, una adicción, he querido exponerla en este blog como una adicción, porque existe un programa gratuito, con herramientas probadas, que está ayudando a personas de diferentes países, a salir de su zona de confort un día a la vez a y ejecutar acciones que enriquecen sus vidas y que tenían postergadas desde hacía mucho tiempo.

Para mayor información visita:

https://divercrecer.com/

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Ramiro Calderón

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