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Hola a todos. Después de un par de semanas de ausencia por los puentes, continuamos con la historia de vida de Bethy.
Agradezco a Bethy dejar sus entrañas en este espacio para que otras personas vean si se identifican o no, con esta historia.

  • Capítulo V

Mi segundo infierno

Estando en casa había problemas así que me fui huyendo a casa de mi abuela.

Mamá comenzó a averiguar y me halló. Pedí refugio en casa de Nancy, la mona; una compañera de clases. Allí conocí a un chico que me gustó muchísimo físicamente.

Una semana después, mi amiga hizo una fiesta de cumpleaños y él estaba allí. Estábamos bailando cuando me dio un beso. Sonaba la canción Como Abeja al Panal. Fue un momento mágico. Estaba enamorada.

Continué mis estudios. No asistía regularmente a clases y comía desmesuradamente. Mis kilos de más comenzaron a notarse. En la calle los chicos me gritaban gorda. Eso me amargaba, pero no hacía nada para perder peso. Me gradué de bachillerato comercial y odiaba cómo me veía.

Mi novio tenía amistades que andaban en un ambiente de rumba, así que me dediqué a eso; a rumbear todos los fines de semana. Pronto era una alcohólica y tomaba cualquier día.

En casa las cosas estaban mal. Había vividores dándoselas de dueños y uno que otro queriéndose apoderar de lo que no trabajó. Al año tuve relaciones sexuales con mi novio, y a los meses estaba embarazada. Sólo lo supe a los 5 meses, ya que mi menstruación era irregular. Le conté a mi novio que estaba embarazada y pensé que me apoyaría. Sólo contesto: – Yo sé quién nos puede ayudar – Y decidimos que no tendríamos este bebé.

No fue fácil para mí. Conocía lo que Jehová piensa sobre el aborto, pero lo hice como una tonta. Me sentía tan mal… tenía una depresión horrible. Comencé a perder el líquido amniótico, me llevaron de urgencia al hospital y duré 9 días allí tratando de salvar al bebe pero no se pudo; lo perdí. Me sentía como lo peor.

Cuando regresé a casa quería regresar el tiempo y nunca haber perdido a mi bebe. Sentía morir. Entré al baño y vi a Carlos aspirando algo por la nariz. Sospeché de qué se trataba. Escuchaba sobre las drogas cuando estuve en el negocio, pero no las conocía. Me sorprendí al verlo. Él también paracía sorprendido, pero disimuló y salió.

En mi casa ya no me querían tener. Siempre he sido de mal genio, y cuando estoy molesta trato de ser ofensiva, así que me convertí en una piedra en el zapato para quienes querían quedarse a vivir en casa de manera gratuita. Robaban cosas y la culpable era yo. Al final decidieron que no entraría más y colocaron un candado. Fue la mayor humillación; ver a un montón de aprovechados mirar con agrado cómo me sacaban de casa.

Me fui a casa de mi hermana mayor, quien me recibió por muchos meses, pero yo seguía en mi desorden los fines de semana, acompañándolo a tomar. Siempre que estábamos compartiendo en algún lugar me decía que lo esperara. Luego se iba y un rato después volvía. Al principio no entendía lo que pasaba pero con el tiempo logré entender que sólo iba a comprar droga. No sé qué sentía. No entendía por qué seguía con esta relación. Sabía que no me convenía pero no era capaz de terminarla.

Por fin él encontró un trabajo y decidimos irnos a vivir juntos, y pusimos algo de orden a nuestras vidas. Vivíamos en una habitación muy pequeña. Mi relación con mi familia mejoró muchísimo, y ya dejé de estar peleando y pidiendo herencia. Mi vida cambió. Jamás había cocinado y ahora tenía que aprender; también comencé a pasar necesidades porque el poco sueldo que él ganaba no era suficiente, y la mitad de lo que ganaba se lo gastaba en trago y droga.

Llegó a endeudarse y a decir mentiras. Ya no tenía dinero ni para pagar arriendo. Descuidó su trabajo y lo perdió, así que decidimos irnos a Bogotá buscando nuevas expectativas de trabajo y cambio de vida. Allí nos recibió un amigo con su esposa. Al llegar, yo tenía trabajo en una tramitadora ante el tránsito. Los jefes tomaban demasiado y nosotros hacíamos parte de esas salidas.

No duramos mucho tiempo en casa de nuestro amigo, ya que a su esposa no le agradaba nuestra presencia en su casa, y en cierta forma tenía la razón; no es agradable compartir un hogar.

Decidimos irnos de allí a casa de mi jefe quien una noche hizo una pequeña reunión. A la media noche su esposa estaba dormida y mandó a sus hijos y a mi pareja a comprar trago. Se me acercó y me besó.

Me levanté del sofá y me encerré en el baño hasta que ellos llegaron. Su hijo también quiso aprovecharse y casi me viola una noche. No sé por qué carajos siempre me tenía que pasar esto. Esta situación causó molestia en mí, de ver en la forma como querían aprovecharse sólo por darnos posada. Trabajaba de mal genio y ya no era la misma con ellos, así que terminaron echándome del trabajo. Comenzamos a pasar múltiples necesidades hasta que él logró conseguir un trabajo.

Él seguía en su desorden de bebida y droga y yo lo acompañaba a tomar, tratando de que se quedara conmigo… pero no funcionaba y decidía irse solo.

Pasé hambre porque muchas veces, según él no le pagaban, pero llegaba borracho y sin un peso. Me sentía morir. Lloraba desconsoladamente y el ardor en mi estomago era atroz. Sólo me quedaba mirarlo roncar hasta que amaneciera y estuviera consciente de la situación, para que buscara qué comer.

Encontré un trabajo. No ganaba mucho. Con eso pagaba arriendo, y la alimentación debía ser reducida. No había para más. Una vez me pidió el dinero para pagar el arriendo y no fue así. Me mintió y nos botaron de la habitación. Tuvimos que pedir que nos dejaran vivir en una habitación y después pagaríamos. Gracias a dios la señora aceptó. En unos meses él estaba trabajando en una buena empresa, pero todo seguía igual en cuanto a su adicción. El dinero le alcanzaba para su vicio y para mantenerme, ya que me quedé sin trabajo.

Conseguí dos trabajos más pero los perdí porque mi actitud no era la más agradable. Eso hacía que no les cayera bien a muchas personas que trabajaban conmigo. Una de las cosas que más me mortificaba era el trabajo que me costaba entablar conversaciones. No soy sociable y mi cara nada amable; hace parecer que soy arrogante y orgullosa, situación que me ha hecho perder muchas oportunidades.

(Continuará la próxima semana)


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Ramiro Calderón

Mentorías en el Manejo de Adicciones

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