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Hay quienes relacionan el exceso de comida con debilidad o
falta de voluntad.

Pero todos conocemos a personas con sobrepeso, que han
logrado perder peso, para luego volver a ganarlo. Y hacen nuevamente uso de su
fuerza de voluntad para bajar… y unos meses después terminan subiendo. Y luego
se preguntan si será que para estar delgados tienen que hacer permanentemente
ese esfuerzo inmenso que implica estar a dieta. Cuando están haciendo dieta se
ponen intolerantes, irascibles, negativos o depresivos.

Igual que un alcohólico cuando no está consumiendo Alcohol,
los Comedores Compulsivos padecen el síndrome de abstinencia cuando no están
comiendo compulsivamente.

Pues hay quienes han abordado esta problemática desde la
perspectiva de una adicción, con muy buenos resultados. Entre ellos he podido
ver a personas que no solo han bajado de peso, sino se han sostenido así por
muchos años. Porque quienes abordan el problema del peso desde esta
perspectiva, no buscan solamente bajar de peso, sino aprender a vivir felices
sin comer compulsivamente.

Ese es el secreto de esta aproximación a la problemática y
gracias a esta nueva visión, la reducción de peso llega como una consecuencia
lógica del dejar de comer compulsivamente.

Este artículo es también una invitación a los médicos a
abrirse a una nueva forma de aproximarse al problema de la obesidad o el
sobrepeso.

Normalmente un médico no le dice a un paciente con un tumor
cerebral: «Bueno, con este analgésico se le va a quitar el dolor de cabeza,
ahora vaya a su casa y trate de controlar ese tumor». Sin embargo, a una gran
cantidad de pacientes hipertensos, diabéticos, con problemas cardiacos o con
infinidad de enfermedades derivadas de la obesidad, vemos que los médicos les
dicen: «Bueno, ya tenemos la hipertensión controlada, ahora vaya a su casa y
trate de controlar ese sobrepeso».

A pesar de la cantidad  abrumadora de estudios científicos que muestran
una relación entre obesidad y todas estas enfermedades, y que la muestran como
la raíz o precursora de ellas, se siguen tratando como dos cosas separadas y la
obesidad no es vista como una enfermedad, sino como un problema de carácter.

La persona obesa tiene más del doble de probabilidades de
desarrollar Diabetes Mellitus tipo 2 y el triple de probabilidades de morir de
enfermedad cardiovascular, la principal causa de muerte.* Sería bueno que
comenzáramos a verla como una enfermedad, como un problema de salud pública y
que hubiera programas preventivos y de creación de grupos de apoyo.

Seguro que esto ahorraría cantidades inmensas de dinero a
las EPS´s, y contribuiría a mejorar la salud de los colombianos.

 

* Escalante, Carlos. Setién, Alfredo. La Obesidad y
sus Complicaciones – Tratamiento médico y quirúrgico. Universidad de Cantabria,
1996, Pág 41

 

 

Para no extendernos más, los invito a leer la historia de
Viviana… Vale la pena aclarar que abstinencia, no es dejar de comer, sino dejar
de hacerlo compulsivamente mediante unas ayudas y directrices que da el
programa. Los invito a que no intenten esto en casa, al menos, no, sin el
acompañamiento de un grupo de apoyo.

 

Ramiro Calderón

calderon.ramiro@gmail.com

http://ramirocalderon.wordpress.com

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Soy Viviana, Comedora Compulsiva. Llegué a Comedores Compulsivos Anónimos
(CCA) un maravilloso 25 de septiembre del año 2001. En ese momento estaba
replanteando mi vida, había salido ilesa de un ataque terrorista ocurrido en un
centro comercial de Medellín, y quería vivir diferente. Siempre he sido una
persona de fe y pensé que Dios quería algo más de mí porque me había dado una
segunda oportunidad. Llegue a una reunión en el grupo Caminando en Bogotá –
Colombia. Amé a CCA desde ese día, no fui bien recibida porque la compañera que
estaba encargada de darme la bienvenida estaba tan mal emocionalmente que
cuando le pidieron que se dirigiera a mí, ella dijo que no quería compartir. Al
final de la reunión cuando pidió la palabra y nos contó lo que había vivido en
un paseo de fin de semana con su familia y concretamente con su esposo,
llorando me dijo que la perdonara… yo me conecte inmediatamente con todo ese
dolor de ese ser que estaba a allí frente a mí y que me decía que estaba ahí
porque todo eso algún día iba a cambiar si solo seguía viviendo. Así lo hice,
seguí viniendo y ahora ya llevo 10 años, 8 meses y 10 días formando parte de
esta comunidad de amor incondicional.

Yo vivía en ese momento en Medellín, Colombia. Y solo por esos hermosos
regalos de Dios, había reuniones de CCA en el maravilloso grupo El Encuentro, a
solo unos metros de mi casa. Iba a reunión diariamente y tanto amor empezó a
funcionar, empecé a escribir el plan de comidas a sugerencia de un padrino
maravilloso, que me llamaba y me motivaba a continuar pasara lo que pasara. El
16 de Enero de 2002 tuve mi primer día de abstinencia, la vida empezó a cambiar
de inmediato. Obsesivo-compulsiva como soy, me metí el programa en las venas.
Respiraba CCA, trabaje mis pasos con el libro de trabajo, compartía en las
reuniones, prestaba servicio en mi grupo, en intergrupos y en la Junta Nacional
de Servicios de Colombia. Todo empezó a funcionar, viajé por todo el país
contando mi experiencia y motivando a otros a iniciar su abstinencia. Mi peso
reaccionó a todo este trabajo y para Septiembre de 2006 yo había perdido 49
kilos. Me sentía dueña del mundo, muy segura de mi misma y llena de nuevas
ideas y proyectos personales. Entendí alma adentro lo que quiere decir entregar
mi vida a Dios, pero me faltaba aprender lo que era entregarle mi voluntad.

La empresa en la que trabajaba en ese momento salió del país y esto me
desestabilizó mucho, aquella, una empresa con mucha estructura y con objetivos
y metas claras, me había instruido durante 7 años en sus normas y en su estilo,
dejaron una pequeña oficina en Colombia con una nueva administración, en mi
opinión muy desorganizada y yo creí que era el momento de volar sola. Me
independicé y abrí una firma de asesoría y consultoría. Funcionó muy bien al
principio, pero con el tiempo las cosas empezaron a ir mal porque yo no tenía a
quien rendirle cuentas, no sabía de la importancia de delegar y con la pasión
que me caracteriza abarqué muchas áreas y por consiguiente muchos proyectos yo
sola. No había entendido que SOLOS NO PODEMOS. Apliqué los principios de las
tradiciones a mi negocio, pero siempre sola, todo lo hacía yo. Yo todo poderosa.
Me quedó grande este proyecto, empecé a cometer errores, que en el campo en el
que me muevo son costosos y generan consecuencias muy graves. Poco a poco fui
perdiendo la confianza en mí misma, dudaba de todo y se me dificultaba mucho
ser efectiva en mis decisiones. Aparentemente me iba muy bien, tenía muchos
clientes y facturaba mucho dinero, pero mis finanzas personales no iban bien,
al contrario cada vez estaba más endeudada.

Pedí a un familiar muy estructurado a quien admiro mucho que me hiciera
una auditoría de procesos y a una compañera de CCA un estudio de costos. El resultado,
nefasto: Estaba en bancarrota. Como podía ser si todo parecía estar tan bien?
Bueno estaba bien para mí. A principio de 2007 tuve que cerrar mi empresa y
como era de esperarse, para liquidarla tuve que vender mis propiedades.

Un día, un horrible día 8 de abril, pensé que quizás si me comía un
chocolate tendría más fuerzas para afrontar lo que vivía. Me lo comí… No paré
de comer no solo chocolates sino todo lo que se me atravesaba por delante. Sin
darme cuenta, deje atrás 5 años, 2 meses y 23 días de felicidad. Seguía
asistiendo a las reuniones, escribiendo mi plan de comidas, pero ese librito
que durante tantos años fue mi amigo, se volvió mi enemigo. Estaba lleno de
atracones, de círculos rojos, de caritas tristes, odiaba escribir todo lo que
me comía, pero no podía hacer más.  Mi
madrina ya no estaba en CCA, intenté amadrinarme pero para ese momento ya la
comida me había nublado los ojos y me había enredado la mente.

Con mi cuerpo lleno de comida y el alma llena de miedos y
resentimientos, traté de comenzar de nuevo y así lo hice. Completamente
borracha por la comida, emprendí un nuevo proyecto, una nueva empresa, ahora
era exportadora, hice negocios excelentes, gané mucho dinero, pero seguía
comiendo. Me endeudé mucho para seguir haciendo más negocios, y fui presa de la
ambición. No veía señales que otros veían y que les invitaba a ser prudentes,
por lo tanto de forma irresponsable invertí mal mis ganancias y las de aquellos
que creyeron en mí, y apoyaron mi negocio. Por circunstancias que solo Dios
maneja, la situación político-económica de mi país y de los países vecinos
cambió y eso me llevó a la ruina. Estaba peor que antes porque no solo no tenía
nada, sino que debía mucho dinero y además estaba obesa de nuevo. Pesaba 117
Kg. Había recuperado el peso perdido y había aumentado 6 kilos más.

En medio de ese caos, sucedió lo que alguien me enseñó que es un
milagro («Cuando tú no puedes explicarte cómo y por qué suceden las cosas es que
aquellas cosas son un milagro»). En Noviembre de 2007 asistí a un retiro de CCA
en Venezuela, al principio fue muy doloroso, mis compañeros que me habían
seguido durante tantos años se alejaban de mi porque yo había recaído, ninguno
de ellos me había visto obesa antes, me tenían miedo, no querían pasar por lo
mismo que yo. Algunos fueron crueles conmigo, pero como dice mi padrino, tengo
una capacidad enorme para sufrir, así que los entendí amorosamente y seguí
allí. Al retiro asistió una compañera que años antes había influenciado mucho mi
proceso de recuperación, y su compartir me llenó de esperanza. Le pedí un
tiempo para hablar con ella y me dijo que debía hacer sus maletas porque tenía
vuelo enseguida, pero que si no me molestaba podríamos hablar mientras ella se
alistaba para su viaje. Fui a su habitación y allí había una cantidad de comida
sana y saludable y a mí me causó mucha curiosidad.

Hablé con otra compañera sobre la comida en el cuarto de aquel ángel y
ella me dijo que la compañera se había hecho una cirugía bariátrica… yo no
sabía qué era eso pero empezó a rondar por mi mente esa idea. Si aquella
compañera que caminaba por las nubes se había sometido a una cirugía para dejar
de comer compulsivamente quien era yo para no hacerlo? Pensaba y empecé a
albergar la idea en mi mente. Unos meses después, una hermana se hizo un sleeve
gástrico y la acompañé en su proceso, me pareció muy complejo todo lo que vivió
pero vi los resultados a mediano plazo y hablé con su médico. El me dijo que no
me podía someter a esa misma cirugía porque yo era una adicta al dulce y a las
grasa y me explicó que volvería a engordar tarde o temprano. Que yo debía
someterme a un bypass gástrico que era el procedimiento indicado para mi
problema. No sé cómo, ni en qué momento pero exactamente el día 16 de enero de
2009, 7 años exactos de aquel hermoso primer día de abstinencia me vi en el
quirófano. A partir de ese día soy abstinente, abstinente por obligación. Ya no
tengo opción si como dulce o grasa me muero.

En los primeros meses de la cirugía, a mi deseo imperioso por comer en
exceso alimentos que tengan mucho sabor, se unió la obsesión, el miedo
constante de que algo en mi pudiera reventar por dentro si me daba la libertad
de comer en exceso compulsivamente. La sensación de angustia de que algo
pudiera salir mal me acompañó desde el primer día después de la cirugía. Experimenté
el miedo y la sensación de impotencia en la clínica, cuando por error me dieron
de cena un consomé de pollo y unas galletas de soda a pocas horas de haber
salido de recuperación, fue un error de la clínica pero para mí la primera
manifestación de Dios en mi nueva vida, me sentí morir… por ignorancia, si tan
solo hubiese estudiado mi procedimiento y las consecuencias…

Por el miedo, me puse en manos de la nutricionista que me había
acompañado en mi abstinencia de tantos años y ella me ayudó a interiorizar un
plan de comida para mi nueva circunstancia de salud. Me hizo entender la
importancia de los complementos vitamínicos, de los nutrientes y minerales que
ahora debo consumir diariamente para sostener mis niveles nutricionales
adecuados. No ha sido fácil para mí, porque a la necesidad de estar abstinente
cueste lo que cueste se le ha sumado la obligación de ceñirme a una disciplina
diaria de consumir medicamentos.

Al principio me sentí traicionando a mi comunidad de Comedores
Compulsivos Anónimos, porque había acudido a una «solución externa» como
llamaron mis compañeros a la cirugía a la que me había sometido. Máximo cuando
supe que la compañera que supuestamente había sido mi inspiración para decidir
por este procedimiento, nunca se había sometido a ninguna cirugía, había sido
una mala información. Me costó mucho trabajo seguir yendo a las reuniones
porque me sentí juzgada y rechazada por los compañeros que me hacían ver que
había optado por un atajo. Poco a poco y con mucho trabajo de pasos, tuve la
rigurosa honestidad de admitir que como Bill W. yo soy una comedora compulsiva
de primer grado, de esa que necesita ser internada en una institución para
poder permitir que la gracia de Dios hiciera su trabajo en mí ser interior.

El proceso ha sido muy difícil pero hermoso, como todo en CCA. Hoy soy
plenamente consciente de mi falta de estructura en todos los aspectos de mi
vida y mi única opción es trabajar en equipo con Dios para hacer lo que tengo
que hacer un día a la vez, con mi vida, con mi comida, con mis medicamentos y
ahora con exámenes constantes y continuos para vigilar mis niveles
nutricionales. Tengo 3 años, 4 meses y 29 días, abstinente. Hasta hace muy poco
entendí que solo veo lo que quiero ver porque le doy el poder a mi voluntad y
no a Dios.

Ahora me siento con derecho a pertenecer, y me digo a mi misma que son más
de 10 años y que me merezco la silla en la que me siento. Necesito a Comedores
Compulsivos Anónimos y sé que los miles y miles de personas que día a día optan
por las cirugías bariátricas necesitan el apoyo de nuestra comunidad. Sin
importar sus motivos o sus circunstancias nos une a ellos la enfermedad de
comer compulsivamente y entre cada una de estas personas que está sufriendo el
miedo y la ansiedad por comer sin poder hacerlo y yo hay un compromiso del
alma. Aquí estoy para ustedes amigos y hermanos en el dolor, no importa lo que
hayas hecho para lograr parar de comer, no importa si tu decisión fue sana o
una locura, aquí estoy, no te juzgo, hay un poder más grande que nosotros
mismos que si sabe por qué pasa lo que pasa. Sean bienvenidos a Comedores
Compulsivos Anónimos.

 

Viviana

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