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Martina es una mujer exitosa en su profesión, eficiente y responsable… pero detrás de esa fachada ocultaba un oscuro secreto que vivía con «el hombre de sus sueños».

Dejemos que sea ella quien nos cuente:

No es fácil hablar de esto, pero espero que pueda ayudar a otras mujeres. 

Soy una mujer que ha tocado fondo en una relación codependiente.

Al principio, él era el hombre que siempre había deseado. Estaba pendiente de mí. Se presentaba a recogerme a la salida de mi trabajo con una rosa. Me llamaba todos los días, varias veces al día… pero luego mi relación de ensueño se transformó en una pesadilla. 

Terminé atrapada durante años en una relación en la que mi pareja me maltrataba emocional y físicamente, y yo me aferraba a la esperanza de que cambiaría algún día. Vivía con miedo constante y mi autoestima estaba por los suelos.

Fui víctima de un ciclo de abuso y perdón, en el que él me lastimaba, yo lo perdonaba y volvía a su lado, solo para que se repitiera el mismo patrón una y otra vez.

Recuerdo la primera vez que me empujó con tanta fuerza que caí al suelo y me lastimé el brazo. Me quedé temblando de miedo y dolor, y después me pidió disculpas. Me aseguró que había sido accidental. Se arrodilló llorando y prometió que no volvería a suceder. Pero siguió sucediendo una y otra vez. Después de los empujones vinieron golpes, pellizcos, estrangulamientos y quemaduras de cigarrillo, entre otras señales de maltrato físico.

También recuerdo que solía decirme cosas terribles, como que era una inútil y que nunca encontraría a alguien mejor que él. Me hacía sentir tan pequeña y vulnerable, como si no valiera nada. La patología fue creciendo y el maltrato emocional sutil se convirtió en insultos, humillaciones, ridiculizaciones, amenazas, manipulaciones y chantajes emocionales. Me culpaba de todo lo malo que pasaba en la relación y me hacía sentir que no tenía control sobre mi vida.

Al principio yo sentía que se preocupaba por mí y se lo agradecía, pero con el tiempo siempre quería saber dónde estaba y con quién. Me llamaba y enviaba mensajes constantemente para asegurarse de que no estaba haciendo algo que él no aprobara. Me hacía sentir como si no tuviera derecho a mi propia vida y a tomar mis propias decisiones. Al final de la relación revisaba constantemente mi celular y mis redes sociales.

Poco a poco me fui desvaneciendo del mundo. A él no le gustaba que pasara tiempo con mis amigos o familiares, y siempre encontraba una excusa para no ir a eventos sociales. Me alejó de las personas que más quería y me hizo sentir sola y aislada.

Se fue convirtiendo en un monstruo que me obligaba a tener relaciones sexuales cuando yo no quería, incluso después de decirle que NO. Me hacía sentir que mi cuerpo no era mío y que no tenía derecho a negarme ante él. Al principio me presionaba con chantaje emocional, luego mediante la coerción y al final usaba la violencia.

 Me di cuenta de que estaba en una relación codependiente, en la que yo dependía emocionalmente de mi pareja y él dependía de mi dependencia.

El punto de inflexión llegó cuando sufrí una agresión especialmente violenta. Ese día estábamos en un bar. Me dio un puño en un ojo con tanta fuerza, que el dolor agudo que sentí me hizo pensar que me había estallado el globo ocular. Inmediatamente se me hinchó de una forma tan grotesca, que mi ojo quedó cerrado y mi rostro deforme. Ese día me di cuenta de que no podía seguir viviendo así. Busqué ayuda y encontré apoyo en amigos, familiares y las mentorías para salir de la Codependencia. 

Una de las primeras cosas que tuve que aprender, fue a poner límites saludables y a decir «no» cuando era necesario.

Ha sido un camino difícil y doloroso, pero poco a poco fui recuperando mi autoestima y mi independencia emocional. Aprendí que merecía ser tratada con respeto y amor, y que yo misma debía darme ese amor y respeto primero.

Hoy estoy agradecida por haber tocado fondo, porque me permitió darme cuenta de que necesitaba ayuda y buscarla. 

Si alguien está pasando por una situación similar, mi consejo es que no tengan miedo de buscar ayuda y apoyo. No están solos y merecen ser tratados con amor y respeto.

Si deseas compartir tu opinión, experiencia, fortaleza y esperanza acerca del manejo de alguna adicción, siéntete libre de hacer un comentario al final de este blog, o escribiéndome a calderon.ramiro@gmail.com

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Ramiro Calderón

Mentorías en el Manejo de Adicciones

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