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El cortometraje siempre ha sido visto como el hermanito menor del largometraje
y ya se ha vuelto costumbre que, para el común de los espectadores, solo se considere película un largometraje de ficción, dejando por fuera las películas documentales, experimentales y, por supuesto, los cortometrajes, que son precisamente películas de corto-metraje. Para efectos del presente texto me referiré a películas en la acepción popular de largometraje.

La confusión se entiende en buena parte por la arcaica definición de corto o largometraje que, en nuestra época digital, ya no tiene sentido.  Anteriormente, un cortometraje era literalmente una película que ocupaba pocos metros y el largometraje ocupaba varias latas o rollos.  Con la llegada de lo digital, palabras como largometraje, rollo, film, filmación, rodaje y hasta película quedan sin piso y muy probablemente serán reemplazadas en un corto plazo por otras.

El cortometraje tiene un estilo y una narrativa propia y en muchas ocasiones llegan a construir brillantes relatos por medio de historias sólidas concentradas en pocas locaciones y personajes. Hay historias que nacieron para el cortometraje y que tienen el ritmo y la métrica precisa para ser contadas en pocos minutos.  Muchas veces me ha pasado que maldigo el momento en que algún director decidió «inflar» una historia para que se convirtiera en un mal largometraje que pudo haber sido un corto excelente.

Podríamos decir que el cortometraje es al cine lo que el cuento a la literatura y por eso no tiene sentido que muchos lo subvaloren o lo vean solo como un trampolín para llegar a hacer un largometraje. Lo curioso es que algunos directores, después de ser reconocidos,encuentran en el cortometraje la libertad que no les permite el formato largo, que tiene más implicaciones comerciales y en donde el control y las decisiones suelen concentrarse en otras manos.  Directores como Jonze, Gondry y Fincher se le han medido, después de la fama, a realizar cortometrajes como una vía de expresión personal y despliegue creativo.

Lo que sí es innegable es que el cortometraje ha sido una buena escuela de realizadores y que muchos de ellos se animaron a probar las historias en un corto antes de lanzarse a la aventura del largo y que en esta era digital algunos realizadores anónimos fueron descubiertos por productores que quisieron convertir su pequeña aventura en un costoso largometraje.  A propósito de la premiada Whiplash, que también fue primero un cortometraje, comparto con ustedes el origen de algunas películas reconocidas que primero fueron contadas en corto-metraje.

Pd: A propósito de cortometrajes, la próxima semana realizaremos el Festival Internacional Audiovisual, FIAFest en la Universidad de La Sabana con participación de trabajos audiovisuales universitarios de 41 países.  Más información aquí.

Whiplash (Chazelle, 2013)- Whiplash (Chazelle, 2014)

Monster (Kent, 2005)- Babadook (Kent, 2014)

Mamá (Muschietti, 2008) -Mamá (Muschietti, 2013)

La Jetee (Marker, 1968)- 12 monos (Gilliam, 1995)

Alive in Joburg (Blomkamp, 2006)- Distrito 9 (Blomkamp, 2009)

The Dirk Diggle Story (Anderson, 1988)- Boogie Nights (Anderson, 1997)

Para ver otros textos sobre cine y cultura visita Jerónimo Rivera Presenta
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Jerónimo Rivera

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