Diomedes no fue un santo, pero su legado musical es innegable.

Entre seno y seno, entre perico y perico y entre copa y copa de repente aparece una nota de acordeón. Si eso es mostrar el folclore colombiano estamos perdidos.

Recientemente el programa de la Defensoría del Televidente del Canal RCN abordó el tema de la telenovela “Diomedes, el cacique de La Junta”, producción nacional que se centra en retratar la vida del famoso cantante colombiano Diomedes Díaz, “inspirada en hechos reales y en su música” como se acostumbra a advertir cuando desde el principio sus productores y libretistas saben que de real no tiene ni el 10 por ciento.

En el Defensor, los televidentes, gente del común, manifestaban su inconformidad por la enorme cantidad de escenas de sexo y contenidos relacionados con el consumo de alcohol y drogas. Personalmente hice la cuenta de estas escenas durante la semana del 20 al 24 de abril: en capítulos que en la mayoría de los casos no superan los 40 minutos, alcancé a contar 16 escenas de sexo y 4 fiestas en donde el personaje central se tomó más de 30 copas de licor. En esas escenas casi siempre tenía relaciones con una profesora, una estudiante universitaria, una desconocida o en su defecto una prostituta. Allí abundaban las sábanas, los senos, las piernas enredadas, las botellas, el toqueteo, los primeros planos de besos por el cuerpo, etc. Y como fondo musical que acompañaba las faenas del semental de La Junta algunas notas de acordeón y melodías vallenatas.

Mientras Diomedes permanecía en su enredo de sábanas con la beneficiaria o víctima de turno, su esposa estaba en la casa al cuidado de su hijo, cosiendo, cocinando, pensando en su amor, ansiosa porque teme que su exitoso marido le sea infiel, mientras amigas y conocidas le insisten que “una canita al aire es normal”, que eso hace parte de su cultura popular, que tranquila. Por otro lado, los amigos de Diomedes lo alientan, lo motivan, ya que “las cosas se hacen así en La Guajira”. Y el único amigo bueno, Juancho, quien intenta que Diomedes asuma otra postura, es presentado como el envidioso, el malo de la película.

No me extraña nada de esto. Hace años RCN TV viene utilizando la estrategia de “inspirarse” en hechos reales para presentarnos un novelón cargado de sexo, antivalores y deformación de la realidad, presentándolos como bio-novelas, en donde se venden como un canal que busca contarnos la vida de los famosos del país. Pero la triste realidad es que simplemente recurre a la vieja estrategia del culebrón sexual para intentar mantenerse en los primero lugares de sintonía o en su defecto salir del fondo de la tabla. Y si para eso tiene que distorsionar la realidad, exagerarla, desnudarla y aspirarla son capaces de hacer lo que sea, incluso poner a ex parejas a pelearse, a discutir, a ofenderse, pero “todo por los hijos”. Por ese motivo, hace un par de meses le escribí en este mismo espacio una carta abierta al canal porque se convirtió en un canal “todo vale” cuando tiene un enorme potencial creativo y de producción que ha demostrado con creces en varias oportunidades. Pero tiene unos vacíos de vez en cuando que aterran (Ver “Carta abierta a RCN Televisión”).

Para colmo de males cuando su Defensora del Televidente intenta hacer una auto crítica seria, equilibrada, algunos actores de la novela se lanzan contra los televidentes. Uno de ellos, bastante molesto, indicó que en el país mataban gente, masacraban soldados y la gente no decía nada, pero por una novela escribían mails, enviaban cartas físicas. Cierra afirmando que al que no le guste que cambie el canal. Con todo respeto: no se ponga bravo, no se moleste, como televidentes tenemos el derecho a protestar cuando algún contenido no nos gusta. Efectivamente podemos cambiar el canal, pero antes de hacerlo esperamos que los canales asuman la responsabilidad social que tienen con la verdad, con las historias que nos proponen, con las personas. Dejemos el “todo vale” a los gobernantes y políticos.

Otros afirmaban que la novela lo único que buscaba era mostrar parte del folclore nacional, pero no creo que a punta de sexo, trago y perico se pueda ver. ¿En dónde están las historias que dieron origen a las canciones que por décadas hemos cantado y bailado? ¿”Tu eres la reina” surgió de una aventura sexual, producto de una borrachera empericada o tiene un origen más digno? ¿De dónde surgieron temas como “Amarte más no puedo”, “El profesional”, “El cóndor herido”, “Mi muchacho”, “MI primera cana” entre otros grandes éxitos? ¿En dónde quedaron los aires vallenatos como el paseo, la puya, el merengue y el son más allá de las parrandas llenas de trago, mujeres fáciles, traquetos y una estrella en formación llena de soberbia, demonios y confusiones?

No existen, no hay, no está estipulado, no lo tienen en cuenta. Sólo el lado oscuro que quieren exagerar, exprimir al máximo para generar polémica que como saben aumenta el rating.

Diomedes no fue un santo, no fue un ejemplo en muchos aspectos de su vida. Pero si lo que quieren es rescatar y preservar el folclore nacional centren sus historias en el valor de sus canciones, en las notas magistrales que salen de los dedos mágicos de los reyes vallenatos que lo acompañaron y dejen tantos primeros planos de cuerpos, copas y líneas. No se trata de ocultar la realidad, se trata de representarla sin exagerarla, sin mercantilizar los hechos.

Nos molestamos cuando la prensa extranjera presenta a Colombia como una narco nación, el país de las siliconas, la guerra, la muerte, las mulas y las prostitutas. Y los informativos de los canales nacionales dan despliegue y sus presentadores ponen cara de indignados. Pero esos mismos canales, en sus representaciones de ficción, se encargan de venderle al mundo ese mensaje las 24 horas del día. ¿Ese es el país? Un parte, no todo, también tenemos historias de superación, de amor real, de encuentro, de perdón, de logros y triunfos limpios, pero se prefiere lo oscuro, lo negativo en un círculo vicioso: los canales nos dan basura y como televidentes consumimos esa basura.

Y en el otro canal, la competencia, las cosas no son para nada diferentes. Allí abunda lo mismo: patrones, paras, caciques de esmeraldas, siliconas y demás. Y ocasionalmente, para mermar el asunto, nos meten algún programa con niños para calmarnos. Pero al poco tiempo vuelve y juega.

Lastimosamente nuestros canales de televisión donde sienten el aroma de una flor buscan el muerto y su ataúd. No son capaces de ver hacia otro lado…

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