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La Sal en la Herida
El timbre del apartamento sonó repetidamente. No es normal que un domingo alguien toque a la puerta antes de las nueve de la mañana, sobretodo en un conjunto cerrado, donde se supone la gente debe anunciarse en portería, y ser autorizada su entrada, antes de subir a importunar a los residentes. Cuando mi esposa Saira […]
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