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¡Qué lejos estamos!
Recuerdo una tarde de verano en mi querida Bogotá. Entraba al parqueadero de una cadena de supermercados. De repente noté que un hombre, en un auto lujoso, estacionaba su vehículo en un parqueadero exclusivo para personas con discapacidad. De la manera más educada, le llamé...
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