Estaba mi hija Yeyita susurrando en la cocina con mi suegra, y desde mi cuarto, en un apartamento de 75 metros, pude escuchar, (tengo el poder auditivo de la ‘Mujer Biónica’), «Las cosas se dieron Chavin, normal», «el ascensor solo, los dos solos…» y se...
A Lilimaría… Esto no debió pasar de ser un susurro en el oído. Si acaso una cartica perfumada. Pero qué se le va a hacer, me ganó la necesidad de contar, de decir, de hacer saber, como si no bastara con que ella lo supiera. No soy un hombre viejo, ni mucho menos. Si...