La meritocracia era tan normal en el país, que no le dimos la importancia que tiene, hasta ahora que la estamos perdiendo, aunque afectada en el pasado nunca en peligro de extinción como hoy.
La verdad no tengo nada contra Carlos Calero, pero no deja de darme cierta piquiña que mientras en este país los más altos cargos los asignan a dedo, los ciudadanos de a pie que aspiramos a una vacante en una entidad pública tengamos que someternos a estrictos procesos de...