La televisión sigue siendo la reina de los hogares. Sí, es cierto, otras pantallas como las tabletas e Internet le han robado tiempo, pero no a la televisión, sino al televisor, porque muchas personas, actividad que viene en aumento gracias a plataformas como Netflix, ya no ve televisión en el televisor sino en otros dispositivos.
Estudios que hizo en su momento la Comisión Nacional de Televisión (2008), y que ha replicado la Autoridad Nacional de Televisión (2012), indican que en Colombia existe un televisor por cada miembro del hogar, y que para la mayoría de las personas la televisión es muy importante como espacio de entretenimiento. Otro punto que destacan esos estudios, y que pude corroborar con una investigación que desarrollé en la Universidad de La Sabana, titulada “Hogares reflexivos: los padres de familia, sus hijos y la televisión”, es que a pesar de contar buena parte de los hogares con TV satelital o por cable, de tener a su disposición una parrilla de más de 80 canales el promedio, muchos de ellos internacionales, los canales privados y abiertos, Caracol y RCN, siguen siendo los de mayor consumo.
Y es que no existe una oferta amplia de canales abiertos nacionales. Según una información publicada en Eltiempo.com, Colombia tiene apenas dos canales privados y cuatro públicos de carácter nacional. Los regionales públicos son apenas ocho, e igual número hay en la oferta privada local (¿Usted se identifica con nuestra TV nacional? Análisis del editor). Así, lo que vemos realmente es lo que nos muestran Caracol y RCN quienes en sus narco-novelas, prepago-novelas, bio-novelas y demás tienen a la familia como eje del relato, con problemas, conflictos, modelos de familia, etc.
La discusión acerca de cuál es el mejor modelo de familia, cuál es la ideal y cuál es la real, que ha pasado con el modelo tradicional (papá, mamá e hijos), qué se entiende por familia, entre otros aspectos, son temas de discusión permanente en foros y espacios académicos y políticos, e incluso en los medios de comunicación, quienes en muchos casos juegan con modelos tradicionales incorporando infidelidades, traiciones, conflictos maritales, adolescentes anárquicos y demás, pero también incorporan otras configuraciones como la madre soltera, la adopción, embarazos no deseados, niñas que juegan a ser mujeres y mujeres que juegan a ser niñas, ejes que están siendo abordados con mayor frecuencia y en ocasiones a la fuerza. No es ocultar la realidad de muchas familias, pero ¿es necesario que nos centremos exclusivamente en los problemas?
De acuerdo con Gabriela Fabbro, profesora de la Facultad de Comunicación y directora del Observatorio de la Televisión de la Universidad Austral (Argentina), en un artículo titulado «Las familias de ficción», “anteriormente los modelos familiares se transmitían de una modo más transparente y conciliador. Sin embargo, los contenidos actuales se basan en relaciones de naturaleza compleja, hiperbolizada, y por momentos con cierto grado de inverosimilitud”. Ante ese panorama, se pregunta si “¿no sería óptimo que estos contenidos se transmitan como generadores de experiencias positivas, como modos de aprendizaje y de apropiación por parte del público y no como mera suposición de problemas y conflictos?”.
Retomando el artículo de Eltiempo.com, “la actual oferta, representada en dos cadenas, se aleja cada vez más de los intereses, gustos y sentimientos de la sociedad colombiana”. ¿Se podría incluir aquí a la familia colombiana? ¿La ficción, expresada en los contenidos de Caracol y RCN, representa a la familia? ¿Cuáles son los modelos que presentan y qué tanto se asemejan o no a nuestra realidad? ¿En dónde quedaron los Yo y tú, Don Chinche, Dejémonos de vainas, entre otros?
Es claro que la ficción, para que sea atractiva y lucrativa necesita picante, dolor, traición, sangre y muerte, pero están incorporando todo eso a un asunto que es muy sensible: la familia, que según diversos estudios, es uno de los temas de mayor interés y preocupación por parte de la gente del común. Y más aún cuando la ven día y noche en el medio de comunicación de mayor impacto y arraigo.
Debemos reflexionar seriamente sobre los modelos de familia que nos presentan los dos canales y otros. Debemos analizar con cuidado las representaciones que se hacen y cómo estos generan identificación, rechazo, temores o no en las audiencias; debemos mirar con lupa cómo las audiencias forman o no criterio sobre este tema a partir de lo que ven en la pantalla.
Y aquí la corresponsabilidad es importante: quienes producen ficción deben tomar en serio su responsabilidad social. Pero quienes vemos TV también debemos aprender a verla, discernir con criterios y finalmente, como lo afirma Fabbro, “elegir o no una ficción a la que seguiremos fielmente.”
Imagen tomada de: start-vpn.com
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