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Hace algunos años leí un libro escrito con más dolor que razón, una hermosa carta de amor de un hijo hacia su padre: El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince. El libro fue un gran viaje emocional y todo el tiempo sentí (no sé si sería así) que Abad lo escribió de un solo tirón, sin reconsiderar mucho, como se escriben las cosas que dicta el corazón. La última página del libro me sorprendió con un nudo en la garganta y tuve que llamar a mi papá a darle las gracias por estar vivo y siempre presente.
Colombia es un país que olvida como un mecanismo de defensa frente al dolor, lo que genera una gran injusticia con aquellos mártires de nuestra historia que vivieron coherentemente y entregaron su vida por una causa en la que creían. Ayer tuve la oportunidad de ver el documental Carta a una sombra de Miguel Salazar y Daniela Abad, un retrato familiar inspirado en el libro anteriormente mencionado y que vuelve sobre los pasos del médico Héctor Abad Gómez, asesinado presuntamente por paramilitares en 1987.
En 1987 yo era muy niño pero recuerdo perfectamente la tristeza, mezclada con impotencia y rabia, en el rostro de mis padres, cuando se enteraron de la muerte en menos de 24 horas de tres líderes importantes para Medellín: Luis Felipe Vélez, Leonardo Betancur y Héctor Abad Gómez. Mi madre era maestra en aquella época y para ella un hombre como Abad Gómez era un referente importante, un faro ético. A su manera pudo hacerle un homenaje más tarde al proponer que su nombre fuera tenido en cuenta para denominar a la escuela en la que ella siempre trabajó en el centro de Medellín y que ahora se llama Institución Educativa Héctor Abad Gómez.
No es muy común que un documental llegue a la gran pantalla y en nuestro país suelen durar poco tiempo en cartelera pues hasta la gente del común suele pensar que «eso no es una película, es un documental» como si el cine solo tomara la ficción como referencia y estas pinceladas de vida no fueran fundamentales en la historia de la cinematografía.
Es de aplaudir que este tipo de producciones tengan cabida en medio de una cartelera inundada de blockbusters; es necesario que el público colombiano conozca las imágenes y sonidos de momentos y personas que han sido importantes para construir nuestro presente y la pantalla no se llene solo con la figura del narco o del paramilitar, pues las víctimas tienen rostro y legado. Esta película no solo es el retrato del dolor de una familia, es el dolor de un país que no ha podido hacer el duelo por sus víctimas y que espera que algún día realmente pueda, como lo dice nuestro himno, cesar la horrible noche.
Carta a una sombra es el álbum familiar que se comparte en público, con sus dolores y alegrías. Los Abad nos invitan a su casa para develar la historia del patriarca de la familia y así entender también lo que ha pasado en Colombia con quienes se atreven a pensar y a decir lo que piensan. En este país que olvida, la cinematografía tiene un papel fundamental en el rescate de nuestra memoria. Las imágenes que nos devuelve ese espejo no siempre serán gratificantes pero son necesarias para entendernos y reconocernos, como hace Daniela Abad al abrir este viejo baúl de recuerdos familiares. Al salir de la sala, irremediablemente, tuve que volver a llamar a mi papá.
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… ya había hecho con holgura todos los tránsitos de que da cuenta el columnista. Por emocional y verdadero, lo encuentro plausible. Duele, en verdad, duele mucho, tener que considerar hechos como el aportado, desde la óptica del tiempo, cuando la ausencia de justicia, la indolencia y la apatía de un sistema de justicia, quebrantado de la raíz a la base, no ha superado sus vicios, su deficiencia objetivas. Cuando, la mirada soslayada de un país frío y distante, se habituó ya, a la violencia como una forma indiscriminada de vida, sumida en la amnesia consciente o inadvertida. Ojalá, Colombia no llegue a ser la tierra de un olvido que seremos, insuperable y desmoralizador …
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Así es, es el anhelo de los que aun creemos en la utopía y la reconciliación. Que esas muertes por la paz no sean en vano. Saludos.
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Bien!!!
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