Google lanzó recientemente su aplicación Family Link, dirigida a los padres de familia de niños menores de 15 años que, según los mismos fabricantes, «permite establecer reglas digitales básicas para guiarlos mientras aprenden, juegan y exploran en línea» (más info). Google, en un comunicado, afirmó: “queremos que exploren y se inspiren mientras se embarcan en su propia aventura digital, sin embargo, cada familia piensa diferente sobre lo que sus hijos deberían y no deberían poder hacer en su dispositivo”. En definitiva, lo que la empresa de Mountain View indica es que pone a disposición de las familias la aplicación pero deja claro que su configuración y uso depende del criterio de cada hogar.

Iniciemos tratando de comprender porqué se necesitan aplicaciones parentales. Y las cifras son muy buenas para esto. Un estudio de Tigo – Une, indica que el 84% de los niños y jóvenes colombianos entre los 9 y los 16 años ya tiene perfiles en las principales redes sociales, a pesar de que estos sitios solo permiten su apertura a partir de los 13 años. Además, según el mismo estudio, el 20% de los menores de edad deja de dormir por estar revisando sus redes sociales, situación a la que se le suma que el 12% de los niños y adolescentes ha sido víctima de ciberacoso y el 20% ha recibido mensajes con contenido sexual. (Informe)

Con una parte del panorama, que no es nada alentador, muchas empresas se han dado a la tarea de crear aplicaciones, como Google, para ayudar a los padres de familia en el manejo del uso de aplicaciones, contenidos, tiempos, etc. que sus hijos hacen. En el caso de Family Link, petmite:

– Mirar y controlar la actividad que hacen en los dispositivos móviles.

– Administrar las aplicaciones que descargan y usan.

– Vigilar el tiempo de uso.

– Bloquear sus dispositivos en una reunión, cena familiar, en el cine, etc.

– Ubicación de los menores gracias al GPS.

Como podemos ver, ofrece muchas posibilidades que van desde lo más básico hasta un control de todo tipo de información, tiempos y ubicaciones. Sin embargo, aquí surge una pregunta: ¿hasta dónde debe llegar todo esto? ¿La educación de los menores de edad para el uso de tecnología debe ser bajo la modalidad de supervisión o de restricción? 

Como vimos antes, los estudios en Colombia, que no distan mucho del panorama internacional, muestran que los nativos digitales no tienen un criterio adecuado para el uso seguro, responsable y constructivo de los entornos digitales. Y esa ausencia de criterio se debe a un factor en especial: los padres de familia, primeros y principales educadores de sus hijos, no hemos hecho la tarea. Abrumados por este tsumani digital, hemos llegado a un punto en el cual creemos que no tenemos nada que hacer, que los niños y adolescentes nos llevan años luz y que, en algunos casos, nuestra función parental se limita a llenarlos de cosas y aparatos, dejando de lado la afectividad, el diálogo y la comunicación.

Tenemos una realidad: no podemos aislar a los menores de edad de los entornos digitales. Sería un error, puesto que los computadores, las tabletas, Internet, los videojuegos y demás, hacen parte del día a día, y gracias a ellas se informan, comunican, entretienen y consumen. Y lo más fácil, ante los temores, es restringir, pero se hace urgente la formación para que podamos realizar una tarea mucho más sencilla: supervisar.

Así como les enseñamos a cruzar la calle o a montar bicicleta, debemos formar a nuestros hijos para que utilicen de forma correcta la tecnología, orientar todo lo que allí hacen y supervisar para estar atentos a cualquier situación inadecuada o potencialmente peligrosa (grooming, pornografía, ciberacosos).

La restricción, como la prohibición, solamente generará un conflicto y aumentará el deseo por utilizar la tecnología, seguro a escondidas. Por eso, el uso de las aplicaciones deben ser una ayuda, una mano, dentro de los limites normales de respeto por la intimidad y la privacidad, y esos limites surgen de la formación y la confianza dada a nuestros hijos.

Las aplicaciones, por muy completas que sean, no deben ser vistas como una especie de policía que vigila todas las actividades de nuestros niños en la red. Solamente son un apoyo. La mejor aplicación parental es la educación y el acompañamiento.

 

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