Hay muchas cosas que no se reciben ni regaladas y otras por las que uno no paga así tenga el dinero. Esto último parece ser lo que sienten muchos aficionados sobre la intención de cobrarle a la gente por ver los “mejores” partidos del fútbol colombiano.
Se escuchan voces engañosas en las semifinales de la Liga. Millonarios se anticipa conformista en caso de perder ante Nacional y América se escuda en su responsabilidad prioritaria de permanecer en primera división.
En este país del todo vale hay quienes muestran su mezquindad de forma abusiva. Los buenos deseos de algunos para James se ven aplacados por la voz que maldice al técnico Zidane porque no pone al colombiano de titular y, a pesar de todo, él navega con su Real Madrid contra...
El respeto no se exige con irrespeto, eso está claro, pero parte del gremio del periodismo deportivo se merece un escarmiento por la soberbia que le hace creer que es más importante que el futbolista o el director técnico.
“Desde que Pékerman llegó, la confianza creció muchísimo”, dijo James Rodríguez en diciembre de 2013, cuando la clasificación al Mundial de Brasil era un hecho. Hoy en día, podríamos preguntarnos si esa confianza se mantiene.
Gana milagrosamente el Barcelona al PSG y miles chillan porque el árbitro pitó mal. El Real Madrid gana la Champions y se oyen quejidos porque en los sorteos quedó con equipos «fáciles». Nacional triunfa en Colombia y todo fue gracias a Ardila Lulle.
Los nuevos goles del Tigre han demostrado, una vez más, que el periodismo deportivo y algunos hinchas se equivocan a cada rato en sus constantes juicios y profecías.
El hincha se envalentona y pavonea cuando su equipo gana. A veces, hasta humilla. Lo ridículo es que ese mismo que se burla del mal ajeno se esconda o se moleste cuando pierde.
Varias cosas difícilmente cambiarán: los hinchas de Millonarios vociferarán reclamos, los colegas periodistas dirán que el campeonato es mediocre pero emocionante y veremos al menos un gamín vestido con camiseta de fútbol y puñal.