Yo acostumbraba a procurarme el refugio silente y cómplice de los lugares más oscuros. Desconocidos. Impenetrables. Esconderme solo en un armario o en un cuarto de trebejos me producía una seguridad no comparable con ninguna otra cosa de las que había a mi limitado(...)
![Profile image](http://blogs.eltiempo.com/wp-content/uploads/sites/5/2013/05/avatar-8-200x200-100x100.png)